Capítulo 4

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      Yamamoto no sabía si reír ante la ironía de todo esto o simplemente suspirar, su padre le había mandado a llevar un servicio de sushi a las 9 de la noche. Honestamente, o su padre confiaba mucho en él o esto era un inconveniente que no pudo evitar tener... creía más la segunda, su padre debía de estar aun sumamente paranoico... Bueno, no le quedaba de otra, llevaría el sushi y luego trataría de encontrar algo por un rato antes de volver, él no estaba lo suficientemente loco como para buscar toda la noche y hacer a su padre aún más paranoico y desconfiar de él (si ya no lo hacía claro está). En cualquier igual tenía que hacer la entrega, así que mejor se apuraba y salía de eso.


      Con una asombrosa rapidez, la entrega había llegado a su destino y Yamamoto era "libre" para hacer lo que quería. Sin saberlo, Yamanoto tenía un-varios acompañantes, y uno de ellos no era especialmente feliz...


      - Oni-chan, ¿estás seguro de esto? - Preguntó Kyoko mirando a todos lados ansiosamente, no quería dejar a su hermano solo pero...


      - ¡Al extremo! - Respondió con mucha energía, haciendo que se preguntara como su hermano podía tener tanta energía todo el tiempo... y solo Dios sabía hasta que hora estarían vagando sin rumbo, llamando a un asesino y molestando a un montón de gente, y cuantas noches estarían en esto...


      Sin ningún otro comentario o pregunta (no tenía caso, su hermano era demasiado terco y determinado) siguieron su camino. Era algo casi estúpido en su humilde opinión, si bien es cierto que ese asesino la salvo, ¿lo mejor no era dejarlo en paz?, podría matarlos por molestarlo o ser víctimas de algunos delincuentes y dudaba que tuvieran la misma suerte que ella sola tuvo... En fin, el punto era que no le gustaba este plan, ¿pero cómo podía hacérselo entender a su hermano?, al parecer... no hoy. Sin que ellos lo supieran, estaban siendo observados por más de una criatura.


      -... Diría que esta noche es interesante si no fuera por el hecho de que tenemos a Mr. Secuestrador de Aves. - Murmuró para sí con molestia. - Aparte, están locos como para estar en las calles a esta hora en lugar de estar durmiendo... - Bueno, no era su problema si estaban locos o qué, solo esperaba algo de diversión... aparte de que no podían dejar que murieran, tanto trabajo en mantenerlos a salvo y ellos menos precian sus esfuerzos con esto... A veces se preguntaba porque simplemente no tiraba la toalla y mataba a todos por igual...


      - ¿Ustedes están buscando al asesino? - Preguntó Yamamoto corriendo para alcanzarlos, ¿quién podía perder esos gritos?


      Afortunadamente nada malo ocurrió con los tres chicos, en especial con las criaturas siguiéndolos silenciosamente sobre los techos (cosa innecesaria con todos esos gritos). Desafortunadamente (para ellos) y divertidamente (para sus acompañantes misteriosos) los tres se quedaron dormidos de tanto hablar luego de sentarse en un banco a conversar y descansar los pies un rato. El chico se quedó mirándolos por al menos media hora, la gran luna llena iluminando todo. Inconscientemente acomodó a los polluelos y a la madre debajo de una ventana cuando bajaba cerca de la luz, debían de estarse muriendo del frío y él no era tan despiadado como para dejarlos a su suerte (no importa que tan irritante fuera), y luego de unos pocos minutos de debatir... cedió a su curiosidad...


      Cuando Yamamoto se despertó gracias a los rayos del sol, su primer pensamiento fue: ¡Demonios!, seguido de muchas otras palabras no aptas para alguien de su edad. La razón era simple, dolorosamente simple: su padre lo mataría sin lugar a dudas. En cualquier otra situación se hubiera preguntado cómo demonios estaba en su casa, en su cuarto, incluso hubiera pensado que todo había sido un sueño, pero nada de eso pasó por su cabeza gracias a su estado de pánico. Tan mal estaba que no escucho a su padre entrar, ni ver que este se estaba riendo de él, al menos hasta que habló:

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