Capítulo 38

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       -... Recuérdame porque me trajiste aquí... - Había estado disfrutando su sesión de postres cuando cierto vampiro lo tomo en sus manos y lo próximo que sabía era que estaban en medio de la ciudad.


        - Estoy aburrido. – Fue la respuesta tranquila del vampiro, quien andaba mirando las calles con una cara de pocos amigos. – Eso y... no hay mucha gente en la calle...


        - Déjame adivinar, tienes hambre, no hay gente... y pensaste que yo podría ayudarte a encontrar algo de comer... - Reborn quería golpearse la frente, pero se contuvo.


       - Eres un asesino profesional. – Fue la simple respuesta de Tsuna, quien ni siquiera lo miro, como si solo eso significara que era un hecho que Reborn podría ayudarlo.


      - ¿Y no pudiste habérmelo dicho en casa? - ¿En lugar de alejarlo de sus incontables dulces, vinos y demás?


        - Reborn-nii-chan, llevo más de tres días sin una buena comida... - Reborn pestañeo, ¿a qué se debía esa cara tan fúnebre? – Con todos quejándose... - Ah, no se le podía culpar a nadie ni queriendo... - Y no solo eso...


        - ¿Y? – Incentivo Reborn, temiendo la respuesta, al ver que Tsuna no continuo.


       - Me diste envidia. – Esto fue dicho como si se hablara del clima, y como si eso no bastara, Tsuna no parecía para nada interesado en la conversación.


     -... El hecho de que estuviera comiendo no quiere decir que-Espera... ¿tienes envía de que estaba-


      - ¿Comiendo lo que quieres en paz?, pues sí. – Tsuna paso sus garras suavemente sobre la madera, más interesado en su nueva víctima que en la conversación.


      - Estas bien hambriento entonces... - Aunque... - A ti lo que te dieron fueron celos Tsu-chan. – Eso era lo más razonable. – Además, envidiar es algo muy feo... - Y bueno, Reborn termino dándole una pequeña charla a Tsuna acerca de la envidia, a sabiendas que Tsuna le estaba dando solo la mitad de su atención.


       - No puedes culparme, ¡nadie me ha dejado en paz los últimos días! – Ni siquiera para ir al baño...


      - Lo estas mal interpretando... - Reborn sonrió un poco de forma burlona. – No es que no te dejen en paz... es que estas asustando a todos, y ellos solo quieren cuidar de ti... - Como si eso fuera necesario. – Como si hiciera falta, eres un vampiro poderoso, no necesitas que te estén cuidando de ese modo...


       - ¿Asustando? – Reborn sonrió de medio lado.


      - Si, ¿no te has dado cuenta? – Que se iba a dar cuenta, él no lo sentía...


       - Pues... la verdad es que no.


       Tsuna era el único que no sentía nada de nada... Quien fuera quien se acercará a Tsuna, por cualquier razón o incluso por simple accidente, comenzaría a sentirse muy inquieto y como si algo lo estuviera observando. Mientras más tiempo estuvieran cerca de él, comenzarían los escalofríos y la sensación de ser observado iría aumentando hasta llegar al punto de sentir que estaban en la mira de un asesino. Claro, personas como él no se verían afectadas tan fácilmente, pero los más normales... El ilusionista y Hibari eran los que más podían soportar esa sensación, por al menos una hora. No era fácil, la sensación simplemente se hacía más intensa y pesada, había visto a los niños salir corriendo del miedo, y había visto a Gokudera desmayarse sin razón aparente.

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