El mundo se distorsionaba con cada parpadeo, creando monstruos y agujeros por doquier. Sus piernas ya no daban más, el cansancio parecía aumentar su peso varios kilos y apenas era capaz de mantener los ojos abiertos.
El efecto de la desideravit estaba en su clímax, quedaban unas pocas horas para que perdiera su forma humana y las alucinaciones eran cada vez peores... No podía tomar otra dosis, ella lo sabía, pero tampoco podía estar segura de si sus instintos la llevaban al camino correcto. Trataba de neutralizar cada imagen horrorosa que los efectos de aquella alga infringían en ella, pero se hacía más difícil recordar el mapa que su desfigurada mente poseía.
La única certeza que tenía era que se había alejado demasiado del agua y que, de recuperar su forma normal, moriría inevitablemente.
"No te detengas", se repetía a sí misma una y otra vez, tratando de animarse. Sin embargo, el camino no hacía más que alargarse, llenándose de rutas agrestes demasiado parecidas unas con otras.
"No te detengas, puedes hacerlo".
Si bien la sirena sufría terribles dolores y estaba completamente exhausta, no estaba dispuesta a permitir que la desesperanza la poseyera. Aquel lugar era su única opción, el refugio dónde ella y su hijo estarían seguros, pero también el lugar desde donde podría ser de más ayuda para Ilora, la pequeña niña a la que su corazón se negaba a llamar de otra manera que no fuera hija.
Si sus cálculos eran correctos, debía estar siguiendo la ruta hacía las montañas tras el reino élfico, allí donde la vegetación ocultaba más que animales salvajes. Aquél era uno de los caminos hacía su gente, al menos así había sido hacía dieciocho años, cuando pisó una última vez las tierras que por tanto tiempo habían sido su hogar y su mundo, pero las que tuvo que dejar, buscando cumplir una promesa, pagar una deuda, que ninguna cantidad de años podían borrar de su mente.
Sonrió, como no había podido hacerlo durante las últimas horas, y en medio de esa pequeña bruma de felicidad observó una marca de su gente. Se dejó caer en el suelo, siendo asaltada por una nueva oleada de optimismo, pero no pasó mucho tiempo antes de que los efectos de la desideravit volvieran a tomarla entre sus garras.
Justo frente a sus ojos, presenció como el refugio que tanto necesitaba comenzaba a arder en llamas. Un fuerte nudo se construyó desde la base de su garganta, atajando las palabras y sollozos que aquella situación le generaban. Corrió hacia la residencia, que parecía estar cada vez más lejos de ella; pero a la que realmente no se acercaba, pues se mecía en posición fetal sobre la tierra húmeda, en que el grabado de infinito era su verdadero refugio.
La sirena llevaba tanto tiempo bajo los efectos de aquella extraña alga, que sus instintos no fueron capaces de decirle que lo que veía era una simple alucinación, que, en realidad, la residencia de los Eternos seguía allí y que solo unos metros la separaban de su destino.
Creyó correr en una desesperada carrera, que no hizo más que llevarla al suelo, al tropezar con una rama. Una rama en medio de un suelo repleto de cráneos de todas las formas y tamaños, que cortaban el horizonte dando la bienvenida a un cielo pintado de rojo carmesí, donde el humo y las cenizas de su hogar flotaban perdidas, al igual que sus esperanzas.
Adolorida, tanto emocional como físicamente, y apenas soportando su peso, Kim Eu Sung se levantó del suelo y corrió lo más rápido que pudo hacia el lugar que solía ser su única oportunidad de mantener a su bebé a salvo. Lloraba desconsoladamente y apenas podía respirar.
El cansancio casi no la dejaba moverse y, a medida que subía por una pequeña colina, dirigiéndose a la, en realidad, intacta residencia de los Eternos, su cuerpo parecía querer quedarse atrás, haciendo caso omiso a sus órdenes. Tardó diez veces más de lo normal en subir y, una vez en la cima, solo pudo ver aquella imagen que tanto temía fuera real: La residencia de los Eternos se había convertido en un simple montón de escombros y ceniza.
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CDU 4 - La travesía de los Eternos [BORRADOR COMPLETO]
FantasyCon muy pocos meses restantes para obtener la aprobación de cuatro de las criaturas de Umbrarum, Ilora retoma su viaje con todo un plan trazado para descubrir aquello que no se le ha revelado. Ella sostiene que los Eternos son el objetivo correcto y...