Nota importante: La semana pasada editamos algunas cositas de la primera parte de este capítulo 11, así que si habían leído hace rato el capítulo los invitamos a releer la primera parte y seguir con esta segunda (sobretodo porque son continúas y una depende la otra; también porque les serviría para recordar por dónde vamos en la trama).
¡Y sí, hemos vuelto! Aún no sabemos realmente cómo será el ritmo de lectura, pero, si nos siguen en Instagram o en redes habrán visto que estamos escribiendo este libro 4.
Se vienen cosas interesantes, pero por ahora estaremos asentando esta aventura que se avecina. Traten de tomar todo lo que puedan de los nuevos personajes y de la situación de Umbrarum entre la primera parte y esta (en la primer sobretodo se menciona algo sobe los Puros y en esta segunda se habla de la fe y la esperanza de los pueblos).
No siendo más, esperamos que les guste el capítulo. ¡Y gracias por seguir con nosotros y a todos los nuevos lectores que se han ido sumando a esta aventura!
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A través de uno de los agujeros, pude observar el cambio del tiempo. El cielo fue perdiendo el cegador brillo de la mañana y, aunque me gustaría decir que estuve cómoda, el vaivén del barco me mantuvo con una terrible sensación de nauseas. A su vez, el calor me hizo sentir ahogada y la posición ya había logrado que tuviera el cuerpo entumecido.
Llegué a pensar en la posibilidad de úlceras cutáneas y recordé, no sin estremecerme, que tuve episodios de pánico hacía un par de años que, muy probablemente, me hacían una candidata inviable para permanecer confinada durante horas en una caja. Me cuestioné el no haber pensado eso antes de aceptar, pero me obligué a respirar con tranquilidad y decidí que repetiría en mi cabeza, tantas veces pudiera, los 206 huesos que forman el esqueleto de un adulto y los que recordara de los sesamoideos y los supernumerarios; la desesperación de no tener aire fresco realmente comenzaba a frustrarme.
Justo iba por la cuarta repetición, en el raquis, cuando en una de las rondas, un grupo de tripulantes, ingresó a la sala en que estábamos...
—¿Se puede venir a este lugar? Es demasiado oscuro... —murmuró lo que pareció una chica, dejándose caer sobre algo duro.
—No hay nada que magia y velas no arreglen —respondió otro y la escasa iluminación que nos rodeaba fue completamente ahogada por una brillante atmosfera.
—¡Me encanta! Amo que no tengamos restricciones aquí —expresó alguien más y el sonido de tres o cuatro personas cerca de mí se sumó a la algarabía.
—Lei, ¿por qué no cantas algo? —sugirió una voz ronca. Pude escuchar sus pisadas acercándose y, para mi sorpresa, escuché el leve crujir de la madera sobre mí, haciéndome comprender que se había sentado sobre mi caja.
─¿Qué debería cantar? ─cuestionó otra mujer con voz suave; supuse que era Lei.
─Algún relato de tu región, no lo sé, solo canta...
El espacio fue llenado por risas, pero entonces el delicado sonido de unas cuerdas se hizo presente, trayendo consigo una inesperada calma en la que mis sentidos fueron abrazados por la bella melodía.
Sonaba como una mandolina por su agudo y seco sonido, pero no podía asegurarlo.
—Cantaré una pequeña historia que se narra entre los bardos normandios —anunció─. Mi mamá la cantaba para lavar y me trae buenos recuerdos.
«Dolor y cenizas fue lo que la traición dejó,
Sellando el destino, un reino desapareció;
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CDU 4 - La travesía de los Eternos [BORRADOR COMPLETO]
FantasíaCon muy pocos meses restantes para obtener la aprobación de cuatro de las criaturas de Umbrarum, Ilora retoma su viaje con todo un plan trazado para descubrir aquello que no se le ha revelado. Ella sostiene que los Eternos son el objetivo correcto y...