2. Capítulo 11: El viaje inicia (1ª Parte)

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Apenas si había alcanzado a mostrarles la carta de Brennan y Eliden a los chicos, cuando uno de los dragones tocó nuestra puerta, para indicarnos que lo siguiéramos a la barraca de Seth, por petición de Alhaster.

Ninguno dijo nada y la información contenida en las cartas no hacía mucho por mejorar nuestro semblante. Tal parecía que lo que fuera que discutirían mi dragón y el Eterno no había sido tan largo, pues la solicitud había llegado con demasiada prontitud. Sin embargo, no dijimos nada y obedecimos, siguiendo al chico, que, salvo por lo que correspondía, ni se presentó ni nos dirigió la palabra, durante el rato que nos tomó ir al hogar del pelinegro.

Entendí que la distribución de las barracas daba privacidad al líder, pues al llegar al hogar del Eterno, muchas otras construcciones rodeaban el área helada en que nos encontrábamos. No diferían unas de otras y supe que, de no estar acompañado, probablemente no hubiera sabido cuál era el lugar correcto.

El joven que nos guio, que en apariencia no podría superar la veintena, se despidió con un asentimiento, al dejarnos frente a la puerta e indicarnos que tocáramos. Había una pequeña terraza con pisos de madera y un umbral y una puerta que, muy probablemente, había visto mejores años antes.

Castiel, fiel a sí mismo, fue quien llamó a la puerta, presentándose, en lugar de golpear, y bastaron unos segundos para que el moreno, que ya habíamos visto hacía unas horas, nos diera la bienvenida.

Sonreí, descubriendo mi cabeza de la capucha, y entré a la sala del lugar. Un salón, sorprendentemente de igual tamaño al de la cabaña de mi dragón, con una mesa, rodeada de seis sillas de madera robusta, frente a una chimenea con leña, era todo lo que encontrarías a primera vista. Sin embargo, reduciendo el espacio, había cuatro grandes cajas de madera, apiladas de a dos, que estaban siendo inspeccionadas por mi dragón, con dos agujeros de aproximadamente cinco centímetros de diámetro del lado que alcanzaba a ver.

Supe exactamente para que eran y un escalofrío me recorrió por completo de solo pensarlo.

—Bien, ya que están aquí, les explicaremos cómo procederemos el día de mañana —comenzó Seth, que no esperó que tomáramos asiento, para indicarnos lo que tenía previsto—. Cada uno de ustedes ingresará a una de estas cajas a la hora de viajar. Son iguales al resto de las cajas que llevan armamento, con la diferencia de que poseen cuatro agujeros, dos a cada lado, para permitirles respirar. Sin embargo, solo dos de ellos van a estar descubiertos al comienzo, pues las otros tendrán que abrirlos ustedes, una vez estén en el barco y consideren que pueden hacerlo. Cada uno estará colocado ligeramente y tendrá un perno del lado interno de la caja, de modo que puedan abrir esas ventanas de aire, sin que quede evidencia.

»Las cajas, tal como se concibió, serán transportadas en grupos de a cuatro y hay cuatro de ellas, porque la última deberá ser llenada con sus cosas, algunas armas y otros instrumentos que consideremos pertinentes y que servirán para su viaje. Finalmente, me temo que no van a ser menos que todas las horas de un día, las que tendrán que permanecer encerrados.

—¿Por qué tanto? —cuestionó Castiel, haciendo eco de mis dudas.

—Es lo mínimo necesario, porque lo ideal es que salgan del Reino a primera hora, antes que las cajas de armamento. Así que deberán entrar a las cajas antes del amanecer, cuando los cargueros empiecen a trabajar en el puerto. De otra forma, será mucho más difícil hacerlos pasar desapercibidos.

—Tiene razón —acotó Alhaster—. No hay otra forma. Incluso, la primera opción era que fueran ubicados, mientras aún somos humanos, de modo que nosotros selláramos sus cajas, pero hemos conseguido la promesa de Treena de que ella misma se encargará de eso, tan pronto empiecen la carga de los barcos. Mientras que, será el mismo Seth quién los transportará.

CDU 4 - La travesía de los Eternos [BORRADOR COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora