2. Capítulo 13: Una vida larga y feliz (1ª Parte)

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—¡Esto es una locura! ¡Este juego nos va a matar!

Tosí, recuperando el aire, luego de escupir toda el agua que había tragado y sonreí, viendo a mi amiga escurrir su cabello con ambas manos y el rostro arrugado, olvidando por un momento que aquellas no eran las formas de una princesa heredera.

—Claro, sobretodo porque vas a morir pronto... —dije sarcástica y rodé los ojos—. Tienes que entender, Sung, que mis experimentos son por el bien de todos. Si logro comprobar que mis visiones son inequívocas, podré cambiar muchas cosas.

—¡Pues fallaron, loca! ¡Casi te ahogas y nadie vino por ti!

Sonreí por su exabrupto y negué con la cabeza, rechazando sus palabras.

—No fallé, todo lo que yo había visto es que sería salvada y así fue —expliqué, señalándola con el dedo.

—¡Te voy a matar soy yo! ¡Por supuesto que no te iba a dejar morir viendo que te ahogabas!

—Ay, ya deja de gritar o nuestros padres van a escuchar hasta el templo —gruñí, sosteniendo mi cabeza en mis manos y la miré con dureza—. Prometiste que nadie sabría lo que estoy haciendo, pero tus gritos nos van a delatar.

Y habría sido terrible si nos descubrieran, porque deberíamos estar en la plegaria a Kiakzu, como todo los de la Corte y los nobles invitados. Mi madre me mataría cuando supiera que había abandonado mi lugar a su lado, junto a toda la comitiva normandia, pero esperaba que su respeto por la fe de nuestros anfitriones evitara que hiciera un escándalo por mi ausencia.

Me sentí satisfecha, aunque admitía que esta había sido la prueba más riesgosa que había hecho. Usar una poción que me imposibilitara el movimiento, cuando estuviera bajo el agua, no fue la mejor de mis ideas y, si no estuviera intentado controlar a mi amiga, podría haberme puesto a sollozar plegarias a Damnum por permitirme ver la luz y no dejar que Statera me llevara consigo a la oscuridad.

—¿Alguna vez consideraste lo que ocurriría si murieras? —cuestionó Sung, ofreciéndome su mano, al resignarse en la tarea de exprimir su cabello.

—Pues no esperaba morir —respondí, aceptando su ayuda, y arrugué el gesto al sentir el tirón en mis brazos, por las secuelas del menjurje que había tomado—. De cualquier manera, siguen teniendo a Dantia, ella podría reinar...

Eu Sung no pareció contenta con mi respuesta y, en su lugar, me miró con reproche.

—Tu hermana es un bebé, Faedra. Evadir responsabilidades no es propio de una princesa —reprochó con voz dura, pero dejó de ser intimidante cuando los hilos de sus manos, entonces caídos, debido a nuestra actividad en el agua, la hicieron tropezar y casi golpearse con una roca de la playa.

Se sostuvo con cuidado de la misma y, sin dejar de mirarme, tomó los hilos de su ropa y comenzó a atarlos con parsimonia desde su dedo del medio hasta cada lugar en que debería estar en sus manos y brazos, ya marcados por el fuerte amarre de siempre.

Solo por las cintas y los hilos descartaba la idea de usar la suelta indumentaria de sirenas y prefería ataviarme las enaguas y todas las capas que me correspondía usar por ser de la nobleza.

»Se espera que asumas tu lugar y hagas lo mejor para traer gloria a tu reino —prosiguió la sirena y solo por respeto me obligué a seguir escuchándola—. Las personas como tú y yo no podemos elegir, pues hemos sido elegidas...

—Me molesta cuando utilizas la catedra de princesa heredera para ocultar que te asusta salir de las paredes del templo —expresé, ya cansada de escucharla y caminé, sin importarme que seguía comprometida con la mejora de su apariencia. Eu Sung me siguió.

CDU 4 - La travesía de los Eternos [BORRADOR COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora