El cambio fue abrumador. De un segundo a otro todo se encontraba en silencio, el grito de mi amigo había roto la festividad y todos parecían contener la respiración. Durante escasos segundos fui consciente del lugar en que nos encontrábamos, un paraje precioso, alejado de todo, y sin embargo, tan lleno de vida. Pero el instante duró poco, el silencio fue roto por el estruendo de una tarima que se venía abajo junto a varios músicos con sus respectivos instrumentos.
Y, por supuesto, por el quejido de mi borracho amigo, mientras todo lo mencionado le caía encima.
—¡Merde! —gritó, levantándose rápidamente para volver a caerse a los pocos segundos. Qué vergüenza sentiría al otro día.
Resulta que Castiel había ido corriendo a brindar con los músicos, pero se había tropezado con una de las patas de la tarima que no estaba precisamente bien asegurada, provocando que esta se ladeara hacia un lado, para que posteriormente se le rompiera una segunda pata producto del peso. El resultado: Cinco músicos bastantes molestos que ahora estaban dispuestos a arremeter contra mi amigo.
Para entonces ya no quedaba nada de silencio, todos se encontraban hablando en privado sobre el ridículo que acababa de hacer Castiel, o gritándole a viva voz. Comencé a abrirme paso entre la gente mientras observaba como los músicos comenzaban a levantarse con mala cara.
—¡Tú! ¡Maldito elfo! ¡Me las vas a pagar! —Un hombre gigantesco se levantó del suelo haciendo a un lado varios trozos de madera de la tarima. Si mal no recuerdo, era el que tocaba el acordeón—. ¡¿Quién te crees que eres?!
Contuve la respiración, sabiendo que no llegaría a tiempo a negociar un acuerdo antes de que mi amigo terminara estampado contra el suelo, pero una voz fuerte interrumpió, el tono emanaba autoridad. Era Alhaster.
—Es mi invitado, Lenka.
Mi dragón, unos pasos por detrás de mí, comenzó a caminar hacia la tarima, que ahora reposaba destrozada sobre el suelo. Su porte y su actitud eran completamente diferentes, y me era claro el por qué una comunidad tan poderosa como la de los dragones le tenía tanto respeto. Era un líder nato, y así lo reconocían. Lenka se detuvo en seco, justo antes de pisar a Castiel, el cual continuaba en el piso.
La gente abrió paso a Alhaster. Justo cuando caminaba a mi lado, pensé en moverme al igual que todo el pueblo, pero el dragón me hizo un gesto con la cabeza. Sorprendida, y algo anonadada por lo que acababa de pasar, lo seguí, con la cabeza en alto, para tratar de no verme tan disminuida a su lado.
—Disculpe, Señor, pero, ¿no debería escoger con más cuidado a sus amigos? ¿Por qué tengo que aceptar que un elfo afeminado venga a inmiscuirse con los de mi raza y además cause tales desastres?
Al parecer, Lenka no tenía por Alhaster el mismo respeto que el resto. Sentí como todos contenían la respiración y Haliee, a quién no había notado, hasta ese omento, se colocó a mi lado, sin emitir una palabra. Lo que no necesitó, ya que su rostro apenado me dijo todo lo que debía saber.
—No creo que un tratamiento ofensivo hacía mi invitado arregle tu tarima —interpeló, Alhaster, atrayendo de nuevo mi atención—. Además, ¿con qué derecho te atreves a juzgar mi elección de amistades? Y en todo caso, ese elfo afeminado ha luchado a mi lado codo a codo, arriesgando su vida. Los accidentes pasan y ser un dragón no te hace merecedor de más respeto que al resto, ¿no crees?
Las duras palabras de Alhaster generaron opiniones divididas, el silencio fue reemplazado por un poco sutil murmullo.
—Hombre, ¿de qué hablas? Es él quien nos ha venido a faltar el respeto, arruinando la celebración. Mira lo que ha provocado.
ESTÁS LEYENDO
CDU 4 - La travesía de los Eternos [BORRADOR COMPLETO]
FantasyCon muy pocos meses restantes para obtener la aprobación de cuatro de las criaturas de Umbrarum, Ilora retoma su viaje con todo un plan trazado para descubrir aquello que no se le ha revelado. Ella sostiene que los Eternos son el objetivo correcto y...