2. Capítulo 12: Al abrigo de la ignorancia (1ª Parte)

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—¡Lustren bien la cubierta, malditos!

Apenas si sentía había dormido algo, cuando los gritos empezaron a inundar la habitación y las áreas circundantes. Las náuseas nunca se fueron y el cansancio ya empezaba a hacer mella en mí. Llevé ambas manos a mi estómago para evitar tener que expulsar mis jugos gástricos y me tomé unos segundos para abrir los ojos y darme cuenta que no encontraría luz de día, pues la habitación permanecía a oscuras y pobremente iluminada los minúsculos resquicios de luz que se filtraban a través de la astillada madera de la cubierta, dícese también nuestro techo. Sin embargo, los gritos de un sujeto, refiriéndose a que realizaran bien los trabajos de limpieza la cubierta y otros movimientos relacionados con la orientación del navío, fueron el indicativo de que era de día y que la faena había comenzado.

—No puedo dormir así —expresó Castiel por encima de mi camarote—. Estoy perdiendo años de juventud en este barco.

—Buenos días, querido amigo —murmuré, no sabiendo que nombre utilizar para dirigirme a él y, cerrando los ojos con fuerza, cuando sentí que el vómito podría salir de mi cuerpo.

—Yo dormí bien —aseguró Haliee, interrumpiendo la segunda ronda de quejas de Castiel─. Es mejor que la caja, eso les puedo asegurar. Adicionalmente, señores que no han dormido nada, déjenme decirles que no lo pareció hace un rato, cuando Treena vino a informarnos que sería ideal que fuéramos a comer, antes de que se agote el desayuno.

Quise reír por su sarcasmo, pero me fue imposible y, en su lugar, hice un esfuerzo sobrehumano para responderle.

—Dudo que pueda comer así... —confesé, acomodándome para quedar sentada en la cama, sin quitar la mano de mis labios.

—Oh, vamos, no te pongas dramática, Zahiri, el aire fresco te ayudará.

El entusiasmo de Hal era contagioso, pero imposible de replicar. La mujer se levantó de un salto y con impresionante efervescencia me ayudó a bajar de mi litera. Saqué los zapatos del día anterior del cofre y cambié la capa de hechicero que tenía por una exactamente igual, pero sin la humedad resultado de mi traspiración en una caja.

Así, los tres avanzamos por el extenso pasillo de madera, adornado con húmedas cuerdas en el suelo y candelabros, cuya cera estaba por agotarse, para subir por la escotilla y dar con la cubierta, en donde el aire fresco purificó mis pulmones y alivió un poco las náuseas.

El barco mantenía una distribución un poco compleja, pero, de lo que podía atrapar a simple vista y recordaba de ayer, de cubierta a proa daba con una puerta que conducía a unas escaleras que llevaban hacia el comedor y la cocina, mientras que a popa, la puerta disponible conducía hacia el camarote del capitán. Luego, estaba el acceso por el que nosotros habíamos entrado que era una escotilla por la que se llegaba a los niveles inferiores, en la que primero estaban los dormitorios de la tripulación a popa, y la lavandería, cocina, comedor, sala de navegación y habitación del capitán a proa. Dejando, finalmente, el último nivel para el que no tenía clara la distribución, pero entendí que tenía la carga objetivo en la bodega y el cargamento de pólvora y cañones, además de otras cosas que no reconocí.

─Bueno, no se ve tan terrible la perspectiva de viaje si tenemos estas vistas ─aseguró el elfo y tuve que asentir, viendo el extenso mar azul rodeándonos.

─No voy a decirles que les dije... ─murmuró Hal, haciéndome reír.

─Bien, ¿cómo se supone que los llamaré en público?

─Vianney está bien para mí ─la miré curiosa─. Era el nombre de mi madre.

─Kelium, llámame Kelium...

CDU 4 - La travesía de los Eternos [BORRADOR COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora