Como si estuviera en una especie de sueño, pude observar siluetas oscuras de personas desvanecerse a mi alrededor, llenándome de una dolorosa sensación de soledad e inquietud en mi pecho. Sonreí resignada y abracé mi pecho, inclinándome más con mis brazos descansando en la baranda de madera que me separaba del oscuro mar que oscilaba bajo nosotras. ¿Cuánto más podría costarme ese viaje? No sentía que mi corazón pudiera soportar más de lo que ya había vivido.
Sin embargo, todos los miedos se ocultaban cuando recordaba que mi destino parecía conducir hacia los Eternos. Mi fe y esperanza estaban en ellos y, aunque reconocía que todo lo que estábamos haciendo me inquietaba, tenía la certeza de que me aguardaban cosas buenas si lograba hallar a los marcados.
—¿Quién eres y por qué debería seguir un viaje que podría llevarme a la muerte? —interrumpió la invocadora; orientando mi atención de regreso a ella, pero sin asustarme una vez más.
Por alguna razón, había pensado que ella me reconocería, pero no fue de ese modo, así que cerré los ojos y, en lugar de responderle, también hice preguntas.
—¿No responden sus huesos ese interrogante? —cuestioné, sintiéndome inquieta.
En honor a la verdad y a mis sentimientos, la mujer merecía una respuesta honesta, considerando que arriesgaba su vida por una causa que solo me pertenecía a mí. Ello y que sus predicciones no estaban alejadas de la inquietante sensación de infortunio que me había embargado desde que salí de las cajas el día anterior. Sin embargo, mi nombre era todavía algo que prefería reservarme.
—Son caprichosos y la clarividencia no es un don que posea —admitió, dejando por fin de mirarme y enfocando su mirada en la extensa mancha negra del mar frente a nosotras. Al igual que ella, vi hacia la enormidad—. Hablan... los muertos hablan y he aprendido a escucharlos e identificar las veces que no son honestos o lo son demasiado.
—¿Entonces no ha sido una predicción? —pregunté sorprendida, pues sus palabras habían sido eco de mis miedos.
—Si te he asustado, la respuesta es no. Sin embargo, te recomendaría no dudar de los muertos, cuando de dolor se trata. Han estado en lugares terribles y pueden reconocer la muerte cuando la tienen cerca. Tú eres augurio de ella.
—No suena bien —dije y suspiré, dejando caer mi cabeza en mis brazos cruzados, cuando una vez más su silencio permitió que las voces me abrumaran. Me estaba mareando.
—¿Te sientes mal?
Quise negar tener algo, pero estaba tan agotada física y mentalmente que me permití decir la única verdad que podía conceder.
—Hay muchas voces en mi cabeza; no puedo callarlas y aunque he intentado sofocarlas, son persistentes. Me asustan... —admití, sintiendo mis ojos cristalizarse.
Por un momento creí que no habría una respuesta, pero entonces la hubo...
—¿Has intentado escucharlas?
Saqué mi rostro de entre mis brazos y la observé inclinando mis ojos con curiosidad hacia ella, que me miraba. La terrible mujer que en primera instancia me había aterrado empezaba a parecer más una madre en el momento en que me ofreció una sonrisa apaciguadora.
—Las mejores batallas son las que no se libran, cariño. Tal vez, si dejaras de atacarlas, huir y sofocarlas, podrías escuchar cosas interesantes... —explicó.
—Pero son muchísimas.
—No tiene que ser de inmediato, pero permite que una a una te hablen. Eres una hechicera joven, no admitas que tu magia consuma tu paz y encuentra un equilibrio entre lo que quieres ser y quien realmente eres.
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CDU 4 - La travesía de los Eternos [BORRADOR COMPLETO]
FantasyCon muy pocos meses restantes para obtener la aprobación de cuatro de las criaturas de Umbrarum, Ilora retoma su viaje con todo un plan trazado para descubrir aquello que no se le ha revelado. Ella sostiene que los Eternos son el objetivo correcto y...