1. Capítulo 1: Ordenes (2ª Parte)

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Seguir a Castiel y Haliee, mientras el primero practicaba la ley del hielo y la segunda fingía no entender lo que sucedía, empezaba a cansarme. Esa no era la forma en que esperaba se desarrollara nuestro viaje y, definitivamente, no estaba deseosa de que el silencio tomara lugar mucho tiempo porque entonces las voces empezarían a llenar los espacios y no tendría paz.

Mis manos se encogieron en puños, mientras un sudor frío empezaba a permear mi frente y mis mejillas. Me aterraba que eso sucediera y me molestaba que Castiel conociera mi problema y, aun así, decidiera que era bueno cobrarme la decisión de Kira de una manera tan cruel.

No es justo... Resonó en mi cabeza, al mismo tiempo que mis labios pronunciaron las palabras sin que pudiera detenerlas.

Castiel, quién iba a tan solo unos metros de distancia de mí, envaró su espalda y, con deliberada lentitud, se giró dándome su mejor mirada mordaz. No podía recordar a mi amigo estando tan furioso desde Everard, cuando Rigel casi me convierte en su cena.

Tragué un nudo y tuve la intención de retroceder, pero me obligué a conservar mi postura. Su ira no era justificada y, tal como dijo Cainan, era comprensible que se sintiera confundido, sin embargo, ello no me hacía merecedora de tanta hostilidad. Y, pensándolo mejor, en condiciones normales, mi amigo habría estado feliz de que tomara una postura y la hiciera valer, por lo que consideré que había más historia detrás.

—¿Crees que podríamos ser personas maduras y hablar sobre lo que pasó? —cuestioné, al notar que Castiel no pronunciaría una palabra, si yo no lo hacía antes.

Haliee, quién descubrí no era la mejor mediadora, cortó un poco el espacio entre ambos, quedándose a un costado de nuestra confrontación.

—¿Ya no dijo usted todo, su majestad?

Las palabras se atoraron en mi garganta, cuando escuché el desdén en su voz. Había formas de formas y Castiel había elegido de las peores. Por lo que no me sorprendió que Haliee dejara de fingir confusión y lo mirara tan sorprendida como yo.

Nuestro amigo no estaba exagerando, él verdaderamente estaba herido y pude entender que yo tenía razón y su ira no solo se debía a mí. Repetí en mi cabeza las palabras que usé y me asustó comprender que, una vez más, había despertado recuerdos dolorosos en Castiel.

Merde... —murmuré en voz baja, y pude ver con claridad la marea de sentimientos encontrados que brotaban de mi amigo—. Lo siento, Castiel, te juro que no quería herirte, solo se me ocurrió que...

—¡Nunca quieres hacer nada, pero igual lo haces! No querías ser engañada en Everard; no querías abandonar a tu amigo, novio o lo que sea; no querías que Brennan tomara la culpa; no querías escondernos tanto durante el viaje; no querías herir a Lu; no querías incendiar un maldito bosque, y no querías herirme, ¡sin embargo, lo hiciste!

Retrocedí por el impacto de sus palabras, sorprendida por la manera en que las mismas me habían herido. Estaba acostumbrada a la abierta hostilidad de Castiel, pero aquello había superado con creces la cantidad de ira que era capaz de recibir. Si había planeado que fuera de esa forma o no, el elfo lo había logrado, se había vengado y lo había hecho con maestría.

—Lo siento —me disculpé con la voz quebrada y sintiendo a las lágrimas cubrir mi rostro.

No quería llorar, no quería que fuera de esa manera, pero ya bien lo había dicho mi amigo, yo nunca quería hacer nada, e igual lo terminaba haciendo. Limpié mi rostro con las manos temblorosas y me obligué a caminar delante del grupo, porque no creí que fuera necesaria mi intervención una vez más y porque no me atrevía a darle la cara a ninguno de los dos.

CDU 4 - La travesía de los Eternos [BORRADOR COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora