Finalmente, y perdiendo la cuenta, lloró.

12 3 0
                                    



El día había comenzado agitado para ambos, por un lado la chica optó ir en su carro dejándose así un tiempo para pensar sobre la semana que no había pisado en su trabajo, sí, ella misma se había ausentado además de darse unas pequeñas vacaciones que solo constaban de pasar de su cama (en la casa de su padre) al ventanal únicamente para recordar que debe caminar, aunque primordial mente en aquello habían oportunidades en que iba hasta al jardín, y acariciaba un felino negro con ojos oscuros, un acompañante que en las veces que bajó, fue de gran ayuda.

.....

Los tacones de la chica resonaron a lo largo del salón, y luego en el pasillo para ser silenciados en el movimiento del ascensor atrayendo las miradas por su llegada y de paso el maquillaje en sus labios y ojos, algo inusual en ella, dado que Lucie se destaca en todo momento por su naturalidad pero en pasar llorando por las noches y no comer, su rostro había sufrido gran parte de ese cambio hormonal, aunque nada que el maquillaje pudiese ocultar. 

—¿Puedes traerme una aspirina? Mi cabeza me está matando. —Murmuró la chica de cabello cobrizo mientras sus pasos la guiaban hacia su oficina, todo el personal la miraba de arriba hacia abajo, probablemente pensando en que hacia allí, simples tontos que no pueden hacer más que cotorrear como animales en vez de trabajar. 

Entró a su despacho y con un bufido dio una rápida mirada a su entorno, el vidrio templado le quitaba luz y hacia el lugar oscuro, los muebles blancos hacían contraste con el piso perfectamente pulido en su mayoría de un hermoso acabado marrón.  Amaba estar allí. Sentada y disfrutar de esa paz. 

Automáticamente sus pensamientos la guiaron hacia Kai, preguntándose si estaba bien. Sabía que tenía un lugar donde vivir antes.. pero ¿Ahora? La preocupación le dio en llenó y junto a la frustración hicieron que el dolor de cabeza aumentará. 

Bajó la vista a sus zapatos y decidió seguir el recorrido hacia su escritorio donde tomo asiento y prosiguió a encender el portátil, una foto de Kai y ella apareció dándole la bienvenida. Recordaba ese día, donde este la agarro a besos, la semana que ella paso fuera y Kai fervientemente la estuvo esperando. 

—Demonios... —Simplemente no podía seguir evitándolo mas, fijo su vista al teléfono viendo que todavía era temprano y sin dudar marcó su número, solo esperando que atendiera.

Pero aquel intento fue completa e inútilmente fallido, ya que el temor de la chica fue mayor acabando así rápidamente con la llamada, y esperando, rezando y encendiendo cada vela posible, a todos los dioses por hacer que esa no llegará hasta el ojiazul, ya que si llegase ella de por sí estaría muerta, muerta de vergüenza, sabiendo que el debía estar llamándola en reiteradas ocasiones pero no lo era. 

La tristeza por enésima vez en el poco trayecto del día gobernó su interior hasta su increíble humor de diva (la cual quiso creer) de fue de inmediato dejando así de paso el remordimiento en su interior y el labio inferior de la chica acabó atrapado en los labios gruesos acompañados de un labial color vino  en tonalidad matte, un regalo de una de sus amigas el mismo que mantuvo  guardado pensando en usarlo en alguna que otra circunstancia que lo amerita pero aquello no llegó y de eso no dirá más. 

—Aquí la tiene... Por cierto, hace unos días vino el muchacho de hace unas semanas preguntó por usted...— Dijo la asistente que se mantiene en la recepción, un reemplazo de Kate. 

Aquellas palabras para Lucie se clavaron como si fuese un martillo junto a un clavo, penetrándose en su piel y de paso, en su corazón, asumiendo el hecho que Kai buscó y quiso saber del paradero de Lucie, no obstante el seguía en el lugar que se halle y ella, mortificándose de la duda.

~ Escrito sobre tu piel ~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora