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   —Y... listo — dijo Lena con una pequeña sonrisa —. Ahora es mejor que descanses.

   —Gracias, Lena — le agradecí lo más sincera posible.

   —Para eso están las amigas, ¿no?

   «Amigas» Esa palabra resonaba una y otra vez en mi cabeza pero nunca estaba satisfecha. Nunca pude llegar a ver a Lena como una amiga. Pero tampoco la veía como una compañera. Era algo más... algo que no era fácil de explicar y que yo aún no llego a entender.

   Lena se levantó de una forma inexplicable y podría decir casi seductora. Yo la veía con atención como guardaba su botiquín debajo de su cama. Sentí un extraño calor viajar por todo mi cuerpo. Un calor que me gustaba y nunca había sentido. Se retenia por mucho tiempo en mi estómago y luego subía a mis mejillas.

   Lena Luthor, ¿qué cosas me estás haciendo pensar? ¿Acaso esto es normal? Luego tengo que hablar con Alex sobre esto. Ella debe saber lo que me está pasando.

   —En serio me diste un gran susto, Kara —dijo Lena, mientras se sentaba al lado mío.

   —Tuve suerte de que me vieras.

   —Al principio no hice nada. Pensé que había visto mal. Tal vez si hubiera llegado más rápido, tú no estarías así —dijo Lena triste.

   —No te culpes por eso. Tú no sabías lo que ellos me iban a hacer.

   —Son unos estúpidos. No dejaré que nadie más te toque.

   —Es muy raro que eso suene de tí.

   —¿Por qué dices eso? —preguntó frunciendo el entrecejo.

   —No lo sé. Tú siempre estás, ¿cómo explicarlo? ....¡Así! —le señalé el rostro —Sí, justo así.

   Lena tenía la boca recta y me veía con los ojos entrecerrados. Sabía que lo estaba haciendo de broma porque sus ojos verde esmeralda brillaban como siempre. Yo sonreí y ella hizo lo mismo. Sus oyuelos se marcaron e inclinó su cabeza hacía un lado.

   En ese momento, mis mejillas se pusieron rojas y bajé la mirada cuando recordé que estaba sin polo. Si alguien entrara en este momento a la habitación, podrían pensar otra cosa.

   —Creo que deberíais ir al ajedrez.

   —Ya te dije que me quedaré contigo.

   —Estaré bien. Solo voy a descansar—. Lena me vio dudosa —Tranquila, no voy a hacer ninguna tontería.

   —¿Me lo prometes?

    Sonreí de lado y le dejé un pequeño, pero dulce beso en la mejilla. Lena me miró sorprendida y yo me levanté del sofá para ir a mi cama. ¿De dónde rayos salió esa Kara Danvers tan confiada?

   —Espera, no te esfuerces tanto. Duerme en mí cama.

   Yo la miré anonadada. Por todo este tiempo, Maggie y yo nos hemos esforzado para mantener un espacio personal con Lena. Y ahora me dice que descanse en su cama. En su cama... donde ella duerme y las sábanas están impregnadas con su magnífico olor.

   —¿En... tú cama? ¿Estás segura?

   —No vas a subir el camarote. Puedes caerte y quedarás más destruida de lo qué estás.

   —Si tú lo dices.

   Tomé una blusa y me lo coloqué con cuidado. Ardía mucho cuando la tela rosaba mis heridas, pero ya era tiempo de cubrirme. Levanté con delicadeza las mantas de la cama de Lena. Me recosté y respiré hondo la almohada.

SuperCorp-Confía En MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora