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   Odio los días nublados. No puede existir algo tan malo para mí en el planeta. Y sí, solo para mí. Es muy molesto sentirme casi como una humana cada vez que al sol no le da la gana de salir.

   Alex dijo que solo tenga paciencia, ya que a mi primo Clark, no le sucede esto. Tal vez porque él ha estado más tiempo en la Tierra y tiene suficientes energías acumuladas. Pero igualmente es insoportable. En los momentos que necesito mis poderes, el sol quiere hacerme una mala jugada.

   El dolor de cabeza regresó en el momento que me desperté. Suspiré y me toqué la frente. Miré a mi alrededor y me sobresalté cuando vi a Lena al lado. Estaba sentada en el suelo, apoyadando la espalda en la mesa. Su cabeza estaba agachada y su pecho subía y bajaba de una forma lenta.

   Se veía tan tierna que me daba pena despertarla, pero no podía quedarse ahí. Aún no había amanecido y necesitaba dormir mejor. Me quité la manta que mágicamente había aparecido y me arrodillé al lado de Lena. Le moví un poco el hombro y ella frunció el ceño.

   —Amor—. reí—, no puedes quedarte aquí a dormir.

   Lena abrazó mi brazo y la usó como almohada. Traté de quitarlo, pero ella gruño. Giré los ojos y sonreí. Pasé mis manos por sus piernas y la levanté. Perdí un poco el equilibrio, pero logré quedarme parada.

   —Si que pesas, eh  —comenté.

   Ella acomodó su cabeza en mis pechos y respiró hondo. La recosté en la cama y dejé un pequeño beso en su frente. Me acosté a su lado y Lena se aferró a mi como un koala. Faltaba mucho para que sea de día, pero el sueño no me ganaba. Permanecí despierta el resto de la noche.

   Acariciaba el cabello de Lena, mientras pensaba una forma de pedirle para ser su novia... oficialmente. Debía ser algo inolvidable, algo igual de maravilloso que Lena. Tenía muchas ideas en mi mente, pero necesitaba prepararme.

   Los rayos de sol entraron por la ventana y cerré un momento los ojos para sentir como las energías regresaban a mi. Me sentía mejor, mucho mejor. Lena se movió un poco y yo dirigí mi mirada hacia ella. Le mostré una pequeña sonrisa cuando ella abrió los ojos. Estos tenían un pequeño brillo que me inundaban en felicidad.

   —Hola—susurró con la voz un poco ronca—. ¿Cómo te sientes? Maggie me contó que no te fue bien la extracción de sangre.

   No puedo creer como puedo haber tenido tanta suerte para conocer a una chica así. Su mirada mostraba preocupación cuando sentí que mis ojos se humedecieron.

   —¿Qué sucede? ¿Te pasa algo? ¿D-dije algo malo?

   Sonreí, mientras caía una lágrima por mi mejilla. La abracé con fuerza y ella se sorprendió. Obviamente no lloraba por tristeza. Solo que mis sentimientos brotaban cada vez que recordaba lo afortunada que era. Nunca pensé que una persona pudiera sacarme una sonrisa tantas veces sin ningún esfuerzo.

   —Es imposible que hagas algo malo—repliqué.

   Debo prepararle algo único para ella. Tiene que ser perfecto. Pero Lena ya es perfecta. Pues debe ser un perfecto mucho más perfecta que ella.

. . .

   Las semanas concurrían con rapidez. La venta de armas se había detenido completamente. Compararon las huellas de Emma con las que encontraron en las balas y descubrieron que ella era la culpable. Mas lo que realmente me sorprendió, fue que unos días después, Lena me comunicó que Emma había confesado ser la causante de la venta ilegal. Y tenía sentido ya que sus antiguas compañeras de cuarto, habían sido atrapadas hace mucho y ella ha estado en el internado hace cinco años. Además, se descubrió que ella tenía problemas psicológicos ya que cuando era niña, su padre en un momento de ebriedad, asesinó a su esposa después de violarla.

SuperCorp-Confía En MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora