39. Final

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   Las manos de Lena recorrían la espalda de Kara con total libertad, mientras está le quitaba el brasier. Los pechos de Lena quedaron al descubierto y la rubia se lamió los labios. Su piel pálida, los pequeños lunares que habían en su cuerpo, es perfecta, pensó Kara.

   —Maldición, Lena, hoy estás muy hermosa —musitó Kara, comenzando a masajear el pezón derecho de su esposa.

   —¿Estás insinuando que los otros días soy fea? —preguntó Lena, alzando una ceja.

   —N-no, claro que no, tú siempre has sido hermosa. T-todos los días eres hermosa —balbuceaba la Kryptonita, mientras la ojiverde se reía.

   Lena tomó el rostro de Kara y le dejó un pequeño beso en los labios. Sus besos siguieron bajando hasta que llegó al cuello desprotegido de la rubia. Le dió una pequeña lamida y eso hizo que Kara soltara un gemido.

   —Vas a despertar a los niños —susurró Lena en el odio, mordiendo el lóbulo.

   —Tu... no me estás facilitando las cosas.

   Las dos se miraron a los ojos y se unieron de nuevo en un beso más desesperado. Se separaron un momento y Kara se sacó su blusa, mientras Lena la veía con deseo. Cuando la menor de las Danvers terminó su tarea, la ojiverde rodeó sus brazos en el cuello de su amada y la besó.

   Bajó sus manos hasta su brasier y se lo quitó. Kara se separó y fue directo al pezón izquierdo de Lena, mientras masajeaba el derecho. Lo lamió y lo mordió, y Lena le arañó la espalda, así tratando de sustituir los gemidos.

   Kara le retiró la falda a Lena y pasó sus dedos por encima de la tela ya mojada. Con solo esa acción, la morena jadeó de la excitación. Kara la tenía loca y eso le desesperaba.

   La rubia comenzó a bajar con pequeños besos, se demoró un poco en el estómago que no dejaba de subir y bajar con rapidez, pero al final llegó a donde quería. Le quitó lo último que le quedaba de ropa y observó a su mujer desnuda.

   No quería esperar más, ya no podía esperar más. Así qué, comenzó incertando un dedo y haciendo pequeños círculos. Se acercó a Lena y le dejó pequeños chupetones en el cuello.

   Cuando introdujo el segundo dedo, tuvo que besar a su esposa para silenciar los gemidos. La lengua de Lena luchaba por entrar y Kara le dio todo el permiso. La rubia se atrevió e ingresó un tercer dedo, logrando que Lena ya no pueda resistir más. Gimió fuertemente en la boca de Kara, y eso hizo delirar a la rubia.

   Lena se colocó encima de Kara en un instante y le ayudo a quitarse el pantalón y sus bragas. ¿Mi esposa en bragas? Eso es muy sexy, pensó Lena.

   La ojiverde enrolló sus piernas en la cintura de Kara, mientras esta se sentaba y hacia lo mismo. Sus centros se tocaron y las dos gimieron en voz baja. Lena comenzó a hacer pequeños movimientos con la cadera y Kara posó la cabeza en su hombro.

   —L-lena... —jadeó Kara, cuando está metió un dedo.

   La respiración de la CEO era irregular y dejaba besos en el cuello de la rubia. Las manos de Kara fueron hasta abajo de la espalda de Lena y apretó con fuerza. Lena gimió y llegó a otro orgasmo. Cuando Kara sintió los fluidos de la morena en su centro, se calentó más y soltó un gran gemido que no pudo evitar.

   —Kara Danvers, ¿me tocaste el trasero? —cuestionó Lena, con una ceja levantada.

   —Uh, ¿tal vez? —respondió Kara, sintiendo como las mejillas se le sonrojaban más de lo que estaban.

   —Hemos estado 10 años juntas y aún te da vergüenza.

   —Lo siento, es solo que nunca paro de estar nerviosa cuando estoy contigo, porque... rayos, me da miedo equivocarme. ¿Sabes? Eres la persona más perfecta del mundo y mereces que todo sea perfecta.

SuperCorp-Confía En MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora