El dragón y la sabiduría total

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Durante su estancia en el palacio, Ráf se había enamorado de Misha, la diosa del amor. Cuentan que el primer poema que escribió estaba dedicado a la Creadora de las Mariposas, aunque los versos que se conservan resultan demasiado ambiguos como para atestiguar el destinatario (Ráf nunca fue famosa por su fidelidad conyugal): «Y es que cuando te veo mis ojos arden de pasión... Solo tú, la más hermosa, podría calmar este dolor... Deseó que mis dedos se enreden en tus cabellos de terciopelo... Siquiera me conformaría con besar tu copa...».

Misha fue recíproca y cuando iban a celebrar la boda, esta desapareció. Misha tenía otro pretendiente, Storörm. Storörm era una serpiente gigante plateada con aliento venenoso, hijo de Zielony y Neiboroi. Con la ayuda de su madre, se introdujo en el palacio y secuestró a Misha, llevándosela al antiguo hogar de sus padres.

Ráf montó en cólera y fue a buscarlo. Asaltó la antigua fortaleza y retó a Storörm en combate directo. Quien ganase se casaría con Misha. Confiado gracias a su aliento venenoso, Storörm pidió que el combate fuera a muerte. Nada más la diosa de la estrategia militar, la escritura y las artes plásticas hubo aceptado, la serpiente abrió la boca. Por supuesto, Ráf había preveido ese movimiento y había cubierto su boca y su nariz con una gruesa bufanda de tela. Se introdujo en la cavidad bucal del monstruo y fue apuñalándolo en su camino al estómago. Dentro de este, apuñaló el corazón y salió abriendo su carne.

Misha y Ráf se casaron nada más volver a la morada de los dioses. Zielony no parecía molesta con el asesinato de su hijo, así que los presentes se sorprendieron cuando mostró dos cápsulas y dos copas: «Una de estas pastillas está envenenada, la otra no. Ráf, hermana, ¿aceptas este reto?»

Así lo hizo, y cuando vio que Zielony cogía casi sin pensar una, se debatió por unos minutos: ¿Sería esa la cápsula correcta? ¿Y si Zielony había previsto sus movimientos, y esa era la letal? Tras ese lapso de tiempo, le arrebató la cápsula y ambas tragaron las suyas. Ráf cayó al suelo instantáneamente mientras su hermana de reía de su cadáver y clamaba haber vengado a su hijo. Los dioses se abalanzaron sobre ella, le dieron una soberana paliza, le introdujeron dos monedas bajo los ojos y cuando se preparaban para decapitarla, escucharon una voz femenina a sus espaldas.

Ráf se levantó y se acercó a ellos. Afirmó haber permanecido mil años en un espacio distinto, en el cual había alcanzado por fin, la sabiduría total. Para probarlo se acercó a Zielony y reveló su engaño: ninguna pastilla era letal, sencillamente su copa estaba envenenada.

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