Aunque Neir poseía un trono en Erundele, era de sus hermanos el que más se estresaba al gobernar todo el universo: los juicios de las plantas le eran indiferentes, las quejas de los animales ni le preocupaban y juraba que por las noches, al dormir, escuchaba unos lamentos inconsolables que no le permitían descansar.
Sus hermanos, preocupados por él, le recomandaron algo tan simple como un paseo por la playa. Así lo hizo, y mientras jugaba con las olas, escuchó uno de esos lamentos que los animales hacían, pero que no se parecía a ninguno que conociera. Neir se sumergió en el agua, y allí se encontró a un ser escamoso y con grandes ojos saltones. Cuando le preguntó que era, este le respondió que era un pez. Cuando le preguntó por qué no conocía ningún pez, este le respondió que los peces no pueden trepar ni volar, luego no podían llegar al Espacio Mejor.
Mientras conversaba con esa criatura, Neir se maravilló por el silencio del mar. Pronto decidió que él no quería regresar a Erundele salvo casos extremos. Decidió que allí fundaría su propio reino, y las criaturas marinas le ayudaron a construir su nuevo gran palacio. Casóse Neir con el pez que le respondió a sus preguntas, y juntos gobiernan las profundidades.
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Sobre la mitología dumita
FantasyRecopilación de mitos dumitas realizada por Wilhelm Strauß, jefe del Departamento de Literatura del Sapiorium de Berolina