Sujetar el mundo

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Sin embargo, esta solución temporal pronto tuvo consecuencias más graves: el peso de todas estas nuevas criaturas estaba hundiendo el Espacio Medio. Los dioses cada vez estaban más y más preocupados, y pronto entendieron que necesitaban algo que lo sujetara si no querían que las Tejedoras murieran aplastadas.

Prog probó con un soporte artificial, cuyas cuerdas se rompieron; Shuu quiso crear una corriente perpetua bajo el planeta, pero eso lo dejaría sin aire. Neir sugirió una columna, pero esta tendría que apoyarse en el Espacio Peor.

Solo Gæb concibió una idea plausible. Primero les preguntó a las Tejedoras cuándo moriría, y estas le respondieron que sería inmortal. Después comprobó que sus hijos ya eran muy mayores y sabrían cuidarse solos. Más tarde quiso comprobar que su acción sería recompensada, y aunque vio disputas, muerte y dolor, también vio justicia, vida y felicidad. De este modo, juzgó que el planeta era digno de su acción.

El último paso fue pedir permiso para apoyarse en el Espacio Peor, algo que sorprendentemente obtuvo. Así pues, aseguró sus pies y colocó el planeta medio sobre sus hombros. Al principio no sucedió nada, y Gæb pensó que aquello sería coser y cantar, pero se equivocó totalmente:

El peso lentamente fue rompiendo su espalda. Ella se arqueaba cada vez más y más, queriendo huir del dolor, algo que no conseguía. A su mente llegaron los crímenes que había visto, ¿por qué ella tenía que sufrir por esa gente? Recordó a sus hijos, ¿acaso no echaban de menos a su madre? Las palabras de las Tejedoras resonaban en su cabeza, ¿por qué no disfrutaba de su inmortalidad? Cada vez más, Gæb se iba llenando de más y más odio, y este se infiltraba en el planeta que ahora llevaba su nombre. Este odio se materializó como los Oper, que habitan bajo la superficie, a la espera de que algún incauto cayera por un agujero para alimentarse de su sangre y ofrecérsela a su diosa madre. Igualmente, Gæb abandonó a la hormiga como su animal sagrado (la cual fue escogida por Prog en adelante) y adoptó al fiero y sanguinario león como tótem.

Pese a su sed de sangre y dolor, Gæb jamás soltará el planeta. Cuentan que cada vez que piensa en hacerlo, mira la rosa que su hermano hizo, y algo de su amor anterior vuelve a despertar y hace que desista de su idea.

Sobre la mitología dumitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora