Gerrik siempre había sido considerado como un campeón. Él era astuto y un cazador nato. Él era siempre el que llevaba más comida a su pueblo. Él había conseguido que dos dioses lo amasen. Él se había llenado de falsas ideas. Él se había enfrentado a un monstruo, y el monstruo le había herido de gravedad.
Claro, Gerrik ya era viejo. Ya había perdido la vitalidad que poseía de joven, y ahora las heridas le dolían más. Unos cuantos años atrás no solo estaría curándose, sino que habría esquivado el golpe. Ahora lo único que podía hacer era contener sus quejidos y lamentos que el escozor de la herida pretendía arrancar. Trataba de disfrutar de su respiración, de los latidos de su corazón; quería que la verde hierba y el cielo azul maravillasen su vista. Quería disfrutar todo eso, y quería disfrutarlo muchos años más. Gerrik no quería marcharse.
Un buitre se apoyó sobre él, pero aquel no era ningún buitre común. Ese buitre era translúcido y su color era grisáceo: era uno de los buitres que le indicaban a Shuu la posición de los muertos. Gerrik trató en vano de que se fuera, pero el ave solo lo hizo cuando una mujer translúcida y grisácea como él se acercó al moribundo.
-Aléjate, aún no es mi hora.-Dijo Gerrik cuando las manos anilladas iban hacia él.
-Esa herida solo te dolerá más y más.-La voz de la diosa era monótona y mecánica-Tienes que venir conmigo.
-No quiero morir.
-Es algo natural.
-¡No lo es! ¡Tomas a las personas y los conviertes en ráfagas de aire!
-No, cazador. Cuando una persona muere de vejez, es asesinada o una enfermedad acaba con ella, yo tomo su último aliento y hago que esa persona se reúna con sus amigos y familiares que vinieron conmigo antes. Después, los llevo conmigo y juntos recorremos los mundos. Quiero pensar que se maravillan con lo que ven y que les gusta volver a estar acompañados.
-Pero...
-Y si mueres como un héroe, te elevaré hasta la bóveda celeste, y todas las noches brillarás junto a otros compañeros. Así cuando la gente mire hacia arriba, recordarán tus hazañas con una sonrisa mientras tú velas por ellos.
-Yo no morí como héroe, dejé al monstruo escapar.
-Oh, cazador, estoy segura de que eres todo un ejemplo. ¿Acaso no evitaste una hambruna? Esa acción será suficiente para que brilles eternamente en el firmamento.
-Y desde allí, yo velaré por ellos.
-Ciertamente.-Shuu acercó su mano al anciano.-No le temas a la muerte.
Por un segundo, Gerrik volvió a sentir una explosión de energía y vitalidad juvenil. Mientras sus ojos se cerraron por última vez, una nueva estrella nació en el firmamento; una, según se dice, que baja a ayudar a todos aquellos que en algún momento, tienen miedo a la muerte.
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Sobre la mitología dumita
FantasyRecopilación de mitos dumitas realizada por Wilhelm Strauß, jefe del Departamento de Literatura del Sapiorium de Berolina