––¿Tú no lo has visto? ––preguntó alguien a otra persona del salón.
––No, para nada ––respondió la otra persona––. Dicen que se le apareció a Aoyama en los sanitarios de los chicos.
Un tercero que escuchaba desde su pupitre se les unió en la conversación.
––Escuché que usaba una especie de costal en la cabeza, como si fuera el monstruo de una película de terror ––dijo.
––¡Qué anticuado! ––exclamó el de la primera pregunta.
––Será anticuado, pero en verdad asustó a Aoyama. No es fácil lograrlo.
Uno de ellos se llevó el índice y el pulgar a la barbilla, con el semblante dubitativo.
––No lo sé.
––Te digo, hombre, a Aoyama se le apareció un fantasma...
––¡Ustedes tres! ––interrumpió una voz femenina, casi autoritaria––. ¡Dejen de hablar de eso enseguida! La clase está por comenzar.
Los tres muchachos voltearon hacia la chica. Al ver que tenía su atención, Izumi Yoshino se cruzó de brazos, mirándoles a los tres con el ceño fruncido.
––Tranquila, Yosino. No es para tanto ––dijo uno de ellos.
––Hay cosas más importantes de las que deberían estar hablando en lugar de perder el tiempo con rumores ––respondió ella.
––Pero todos están hablando de eso ––terció otro de ellos––. Además, no es como si fueras la delegada de la clase.
––Muchas veces me gustaría que así fuera. A propósito, ¿hiciste tu tarea de Literatura Clásica, Asahi? Me enteré por casualidad que no tienes muy buenas calificaciones en esa asignatura.
El chico llamado Asahi vaciló. Izumi dedujo enseguida que la respuesta era no, pero no importaba. El mencionarlo cumplía con su función de acallar aquella conversación molesta.
––¿Y bien? ––desafió Izumi, para enaltecer su ego. Desde luego, no recibió respuesta.
Detrás de ella, Alan entraba al salón de clases. Izumi lo supo gracias a que las miradas de los tres le avisaron. Entonces ella se dio la vuelta para verlo también. Lo observó avanzar hasta su asiento, en total silencio. Fue una suerte para ella que no cruzaran miradas.
Lo vio arrasar la silla y sentarse, acomodando los antebrazos sobre el pupitre. Una expresión muy desalentadora para los demás estudiantes.
Izumi entrecerró los ojos y se dirigió a su propio asiento.
Momentos antes de que la clase iniciara, Rin tomó asiento detrás de Yoshino, como de costumbre. Desde esa posición, ambas podían ver el asiento vacío que pertenecía a Chitose. También desde ahí, Yoshino podía ver a Alan, quien permanecí inmóvil en su lugar, situado a dos filas a la izquierda y dos asientos más adelante. El joven se hallaba en la misma posición que adoptó tras sentarse.
––Yoshino. ¿No crees que te excediste un poco? ––preguntó Rin de repente, con las manos juntas. No tardaría empezar a frotárselas.
Izumi se giró un poco hacia ella.
––¿Con qué? ––preguntó.
––Con lo que le dijiste a Asahi y los otros.

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Vermillion
KorkuAlan Perrish, un joven estadounidense, se muda a Japón junto con sus padres debido a que uno de ellos fue transferido en su trabajo. Una vez comenzados sus estudios, comienza a notar cosas extrañas entre sus compañeros de clase, los cuales poco a po...