Capítulo 16

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Mirio

Volvimos a casa tras lo que había pasado en el cementerio, le había dicho a Tamaki que se quedara a dormir (a mi padre le pareció bien que se quedara) así que el también estaba caminando con nosotros. Estábamos en silencio aunque, por suerte, no era incómodo, o eso creía yo. Sentí a Tamaki entrelazando sus dedos con los mios dándonos de la mano.

Mi padre abrió la puerta dejándonos pasar primero y después él para cerrarla.

-¿Estás bien?.-le pregunté.

-¿Eh? Sí, por lo menos se que ahora está en paz.-respondió quitandose la chaqueta que llevaba puesta.-¿Queréis que haga la cena?

-Yo no tengo hambre....-susurró Tamaki contra mi brazo.

-Yo tampoco.

Asintió y comenzó a subir las escaleras.

-¿Queréis venir al ático? Tengo que colocar algunas cosas y puede que necesite ayuda.

-¿Tenemos ático?.-pregunté confuso.

-¿Nunca te has dado cuenta?

-Pues no.

Tamaki 🌙

Reí levemente contra el brazo musculoso de mi pareja mientas asentía.

-Ahora subimos.-dijo el rubio.

El adulto de pelo negro asintió y terminó de subir las escaleras mientras que nosotros dos nos quedábamos en la planta baja.

-¿Estás bien?.-preguntó Mirio cogiendome suavemente de la mejilla.

-¿Y tú?.-pregunté mirándole fijamente a los ojos.

-Eres tú quien la vio desaparecer.

-Era tu medio tía.

-No, no puedo considerar mi tía a alguien que no conozco bien.-respondió sonriendo levemente.-Yo estoy bien.

-Yo también, por lo menos la hemos ayudado.

Asintió y bajó la cabeza para darme un beso en los labios.

-Ahora subamos a ayudar a tu futuro suegro.

-¿¡Eh!?.-solté rojisimo.

Rió un poco y subimos a la planta de arriba, viendo que habían unas escaleras más que no habíamos visto nunca, estás venían del techo. Subimos por esas escaleras también encontrándonos con el ático, lleno de polvo, parecía que nadie había subido aquí en mucho tiempo.

-¿Desde cuándo hace que no subes aquí, papá?.-preguntó Mirio tosiendo por el polvo.

-Realmente no lo se.-respondió su padre moviendo unas cuantas cosas.-Aquí guardabamos las cosas que no nos servían para nada o no queríamos ver.

-¿Mamá y tú?.-volvió a preguntar.

-Mamá y yo.-respondió.

-¿E-está buscando algo en específico?.-pregunté viendo unos cuántos álbumes de fotos colocados encima de un armario bajo.

-No creo.-respondió moviendo unas cuántas cajas.

Miré a Mirio y comenzamos a ayudarle a mover las cosas, encontrando de vez en cuando cosas que después tiraría.

-¡Nunca me dijiste que teníamos estos discos!.-gritó Mirio mirando unos discos que tenía en las manos.

-¡Nunca me dijiste que te gustaba esa banda!.-respondió su padre.

-Esto va a mi habitación.-dijo bajando a dicho lugar para dejar los discos ahí, dejándonos a su padre y a mi a solas.

-¡Eh, eh, Tamaki!.-dijo el adulto.-Corre, acercate.

Con miedo me acerqué, pensé que me iba a matar por salir con su hijo o algo por el estilo, no me esperaba que fuera a enseñarme una foto de Mirio de bebé.

-Así era tu novio cuando nació.

Y era la cosa más adorable que he visto en toda mi vida, dios, la pubertad le dio bien.

-¡Ya volví!

Me separé corriendo, casi cayendome en el proceso y volví a colocarme donde estaba antes.

-...¿Ha pasado algo?.-preguntó confuso.

-No.-respondió rápidamente su padre.

Continuamos limpiando hasta que cogí unos cuantos libros para moverlos, una foto cayéndose de entre uno de ellos. Me agaché y tomé la foto.

-¿Esto es para tirar?.-pregunté mirando la foto.

Mirio y su padre se acercaron a ver la foto, el adulto de pelo negro tomandola de mis manos.

-No.-respondió guardándola en el bolsillo.

Finalmente terminamos y bajamos a la habitación de Mirio, bueno, él y yo, su padre bajó a la planta baja a hacer dios-sabe-que.

Nos tumbamos en la cama, abrazandonos mutamente, de vez en cuando algún beso caía en mi frente, pero aparte de eso, solo se escucha a el reloj que tenía en la mesilla de noche.

-Te quiero, lo sabes ¿No?.-dijo dandome otro beso en la cabeza.

-Yo también te quiero.-dije dándole un beso en su cuello.

-También eres mi héroe.

-No, tú eres el mío.

Reímos suavemente antes de besarnos y caer dormidos.

Quería a ese hombre como nunca podría quererme a mi mismo.

EclipseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora