2- Stiles Stilinski

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Lydia

— Cariño, despierta, hoy es sábado, salgamos a hacer algo— escuchaba como me hablaba mi madre a mi lado.

Me moví de una manera incómoda en la cama, me estrujé la cara.

— No mamá, no quiero salir— dije dándole la espalda.

— Vamos. Recuerda que me voy el lunes. Tenemos estos dos días para hacer algo antes de irme y que venga la persona que te cuidará.

Esperen un momento ¿Qué?

— ¡Mamá! ¡Te dije que no necesitaba a nadie! Soy ciega no invalida— dije sentándome despacio en la cama y cruzándome de brazos.

— Sólo quiero estar segura de que estarás bien, ademas no es tu niñero, busque a alguien de tu edad para que veas que no es un niñero.

Abrí los ojos bastante grandes, aunque esto no hace que pueda ver, pero le demuestra a mi madre lo sorprendida que estoy.

— Mamá estaré bien, dile a esa chica que no tiene que venir, vamos mamá, sabes que se cuidarme sola, no quiero a nadie más aquí además de Margaret.

— ¿Quién te dijo que es una chica?

— ¿Acaso es un chico?— dije poniéndome de pie y tomando mi bastón que siempre pongo al lado de mi cama.

— Así es, es agradable— mamá, oficialmente estás loca.

— Hasta pueden llegar a ser amigos.

— Eso nunca pasará, no lo conozco y te aseguro que lo odio por aceptar cuidarme sabiendo que no soy una niña.

— No digas eso hija, además, es muy guapo.

No veo la cara de mi madre pero estoy segura que tiene cara perversa.

Qué lastima que yo no lo pueda verdije irónicamente.

Emprendí camino hacía el baño con ayuda de mi bastón, aún ya me lo sabía de memoria pero no quiero tropezarme con algún objeto por ahí.

Escuché a mi madre suspirar.

— Hija sólo quiero lo mejor para ti, te tengo confianza y lo sabes, él solo te acompañará un momento y me llamará para decirme que todo está bien.

— Cómo sea— le dije desde el baño— espero que cuando salga de aquí no estés en mi habitación.

Segundos después, escuché como se cerró la puerta.

Genial, tendré un niñero de 17 años por dos meses, esto es excelente.

Me quité la ropa y cuidadosamente me entré en la ducha.

Esto de ser ciega nunca me ha impedido nada, ni siquiera estudiar, algunos días desearía ver pero se que eso no va a pasar nunca, se que hay un mundo colorido ahí afuera y envidio a aquellos que lo pueden ver.

Nací ciega y ciega moriré.

También se que moriré sola por que se que ningún chico va a querer a alguien como yo a su lado. Pero por lo menos que estoy viva, no es mucho pero algo es algo.

Salí de bañarme y me envolví la toalla que siempre Margaret pone para mí en el mismo lugar. Salí de mi habitación y ahora me toca el reto mas difícil, ponerme ropa.

Con ayuda de mi bastón fui a mi gabetero y abrí la gaveta de mi ropa interior. Con mucha lentitud, mas de la que podría soportar me la puse, luego fui lentamente a mi armario. Empecé a tocar mis blusas , mi madre siempre me las compra con diseño diferente para saber cuál es cuál. Tome una blanca que dice en letra bordada "No Drama". Luego tomé unos pantalones cortos y unas vans. Me tomó aproximadamente 1 hora bañarme y cambiarme, bien, creo que lo hice rápido esta vez. Tomé mi bastón de nuevo para salir de mi habitación e ir a la cocina.

— ¿Qué hay de desayuno?— pregunté sabiendo que mi madre esta aquí.

— Wafles y jugo de naranja.

Me senté cuidadosamente en una de las sillas de él desayunador a esperar que me sirvan el desayuno.

— ¿A donde quieres ir hoy?— me preguntó mi madre, sentí como puso un plato en frente de mí.

— A mi habitación y quedarme ahí hasta qué vuelvas de tu viaje y ese chico se vaya de mi casa— dije notablemente molesta, no me alegraba que un chico se quedara aquí.

— Lydia, se que no te agrada la idea pero si estuvieras en mi lugar...

— Definitivamente confiaría más en mi hija aunque estuviera ciega— dije rápidamente.

No escuché respuesta departe de mi madre. Al terminar de comer me bajé de la silla, tomé mi bastón y me fui a la sala de estar.
Me acerqué a la estantería y tomé un libro al azar, todos ellos son especiales para mí, los puedo leer con al tacto, me senté en el sofá y me puse a leer mi libro.

Después de lo que pienso que pasaron dos horas dejé el libro a un lado. Tomé mi bastón y fui a la cocina por un vaso de agua. Intenté buscar con mis manos cualquier vaso pero lo que hice fue que tire uno al piso, sentí como se quebró y uno de los vidrios me cortó la pierna, instintivamente me toque en el lugar donde sentía el dolor.

— ¡Hija! ¿Qué pasó? ¿Estás bien?

Yo no pude mas.

— ¡No! ¡Nada está bien!— las lágrimas comenzaban a salir— no soy normal, no puedo hacer nada, solo soy una carga, nadie nunca me va a querer así. En el momento que te dijeron que iba a ser ciega tuviste que abortarme mamá. Solo estoy en medio de un infierno de oscuridad.

Sentí como mi mamá me abrazó y me saco de la cocina, la sentí sollozar también. Me sentó en el mueble de la sala.

— Lydia, cariño, nunca vuelvas a decir eso. Eres una persona llena de luz y vida, eres la hija más perfecta que pude pedir, esto nunca te ha detenido, no dejes que te detenga ahora, muchas personas te quieren y yo... yo no se que hubiera hecho si te hubiera perdido.

— Ni siquiera tengo muchos amigos, solo tengo dos y uno de ellos ni siquiera habla— dije limpiándome las lágrimas.

— No importa, sabes, es mejor así, ellos te quieren así como eres y es mejor tener 2 amigos verdadero a tener 40 amigos falsos.

— Creo que tienes razón.

— Claro que la tengo— no la veía pero sentí como sonreía y una sonrisa salía de mí también— te amo hija, así como eres, y confío en ti.

— Yo también te amo, mamá.

Y nos abrazamos.

— Bien, déjame curarte esa cortada y después si quieres te llevo al parque o a la plaza.

— Está bien.

Entonces sentí como mi madre se paró de mi lado y fue a buscar lo que supongo que el botiquín, me quedé pensando eso de los amigos y ella tiene razón, por lo menos Ben y Marly son mis amigos de verdad, son los únicos con los que hablo en la escuela especial en la que estoy. Ben es mudo, antes era sordo pero le pusieron un aparato en los oídos y ahora ya escucha y Marly es ciega igual que yo. No somos perfectos pero nos tenemos y eso es lo que importa.

Sentí como mi madre volvió y se puso en frente de mí.

— Bien, esto te arderá un poco.

Entonces me puso lo que supuse que es alcohol en la cortada, joder, si que pica. Luego sentí que me lo cubría con una curita.

— Bien— dije parándome— vamos a la plaza.

— Esta bien— respondió mamá.

Mi madre me agarró de la mano para guiarme a la puerta. Me detuve de repente por que una pregunta me invadió.

— ¿Cómo se llama?

— ¿Quién?

— El chico, mamá.

— Ah, su nombre es Stiles Stilinski.

Vaya nombre.

CIEGA- Stydia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora