Terminada.
❝Jamás dejaría que mi hermano menor cargara con la muerte de nuestro clan.❞
Saeko Uchiha tiene una maldición, la maldición que todo Uchiha carga, ella ama demasiado, tanto y tan profundamente que caería en el abismo si eso significa prot...
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Después de algunos días, Saeko pudo llegar a Kirigakure sin más contratiempos. Kirigakure, para Saeko era un lugar particular, bastante sombrío y carente de vida en comparación a Konoha.
Entró a la aldea e inmediatamente fue interceptada por ninjas de esta, mostró su pergamino como indicativo de que solo estaba en aquel lugar para transmitir un mensaje. Dos ninjas la escoltaron hasta el interior de la aldea, las calles eran grandes, pero cada una tenía distintos callejones estrechos y cubiertos de niebla.
Le disgustaba, no importa como viese aquel lugar, le disgustaba bastante. La vista no era clara y si algo le disgustaba era la poca visibilidad.
— ¿Eres ese ninja del que tanto hablan? — uno de sus escoltas preguntó.
Saeko se mantuvo en silencio, había hecho una promesa y la mantendría.
—Parece ser que sí — respondió a sí mismo.
Saeko Uchiha había aceptado su puesto en Anbu con dos condiciones bien establecidas.
Numero uno: nadie debía enterarse que ella era parte de esta organización.
Numero dos: ella no decía una sola palabra mientras tuviese la máscara puesta.
Claro que su participación dentro de Anbu no era un secreto total, su padre, así como el Hokage eran conscientes de que ella tenía ese rango, sin embargo, era un requisito que ellos mantuvieran el secreto.
—Hemos llegado — anunció uno de los ninjas.
Ambos ninjas que fueron sus escoltas hasta llegar a la oficina del Mizukage, dieron un paso atrás antes de indicarle que entrara sola.
Era raro, ella podría intentar asesinar a su kage, pero ellos parecían mas preocupados por sus propias vidas.
Saeko entró en aquel lugar frio sin hacer mucho ruido, sus pasos eran ligeros. Sacó el pergamino mientras se acercaba a donde se encontraba el Mizukage, tenia una mirada dura y aniñada, era extraño al igual que su aldea.
—Vienes de Konoha —
Por su tono de voz, Saeko no pudo saber con exactitud si era una pregunta, pero de igual manera asintió levemente con la cabeza, seguido de una reverencia.
—Has hecho un viaje muy largo, mi aldea está a tu disposición si decides quedarte a descansar — sugirió mientras recibía el pergamino.
Saeko negó con la cabeza e hizo de nuevo una reverencia declinando de manera respetuosa la oferta. Salió de la aldea a paso rápido, no quería permanecer en el lugar más de lo necesario y llamar la atención de los habitantes.
Cuando estuvo lo suficientemente lejos se relajó en la rama de un árbol, estaba cansada, después de su encuentro con aquel enmascarado había viajado casi sin descanso. Había prometido a su hermano menor volver pronto y no quería estar alejada de la aldea y su familia más de lo necesario.
