Sei era el nombre de una de las ancianas de la aldea escondida entre el vapor.
Esta aldea que se encuentra a cuatro kilómetros de Kumogakure, es una aldea de tamaño mediano que subsiste por sí misma, en esta aldea hay todos los servicios, sobre todo servicios médicos, se caracterizan por tener los médicos más eficaces de todo el país.
La anciana Sei, es una de los mejores cirujanos que hay en toda la aldea, aunque desde que se hiso mas vieja esta encargada solamente de partos complicados, en sus palabras "Es muy vieja para hacer un trabajo tan pesado como el de ser cirujano."
Sei es la persona que atendió a Saeko en su parto, también es la persona que actualmente cuida de el pequeño descendiente del clan Uchiha.
La anciana se encontraba preparando unas bolas de arroz, a su lado izquierdo dentro de una canasta de mimbre y envuelto en una suave cobija se encontraba el pequeño pelinegro. La de pelo casi blanco sonrió al ver que el bebé dormía muy cómodamente dentro de la canasta, pero pronto comenzó a moverse mientras hacia unos tiernos pucheros.
La anciana se levantó de su lugar en busca de una toalla para poder limpiar sus manos antes de abrazar al pequeño, cuando regresó a la sala el llanto del bebé era bastante agudo, como si estuviera sufriendo un dolor fuerte, Sei podía reconocer el tipo de llanto de un bebé, porque si, era diferente cuando un pequeño lloraba por hambre,a cuando lloraba porque algo le dolía.
Sei estaba por levantar al bebé en brazos, pero dio un paso para atrás al ver los ojos rojizos, la anciana tallo sus propios ojos y volvió volvió a observar al pequeño, sus ojos eran tan negros como siempre, ¿había sido una ilusión lo que vió?
Elevó al pequeño y al instante dejó de llorar, debía admitir que el pequeño era bastante extraño en su actuar, desde que se quedó a cargo del pelinegro siempre ha tenido este extraño presentimiento, es como si algo dentro del niño le diera cierta desconfianza, aunque era totalmente irracional de su parte puesto que solo era un pequeño bebé indefenso.
Mientras tanto, Saeko estaba saliendo del escondite de Akatsuki, había recogido todas sus cosas y su habitación ahora estaba completamente vacía, aunque al decir 'todas sus cosas' me refiero a unas cuantas fotografías, dos pergaminos, su katana y una rosa roja.
La pelinegra salió y el viento le dió de lleno en la cara, su cabello volaba y sus ojos se entrecerraron para evitar que el polvo entrara en ellos.
-¿Ya nos vamos?- Dakutai había estado despierto durante los últimos días, era un récord-
-Así es, esta vez es para siempre- Saeko sostenía la rosa haciéndose daño en los dedos-
-¿También llevas eso?- dijo con fastidio-
-Por ahora- trató de sonreír, pero solo le salió una mueca-
La Uchiha comenzó a caminar sintiendo varias miradas a su espalda, no le importaba, ni siquiera se molesto en voltear y despedirse, aunque eso no era una opción.
Ya lejos de la cueva, se adentró cada vez más en el bosque, el cuello le ardía.
A pesar de tener unas inmensas ganas de ver a su pequeño, antes tenía otras cosas que hacer, una de ellas era visitar a Orochimaru, tenía que decirle que no iría durante un tiempo, no podía arriesgarse a que la serpiente pensara que la chica no cumpliría su parte del trato, no era conveniente hacer enojar al Sanin.
Caminó por el bosque pacientemente durante siete horas, el cielo ya estaba naranja, anochecería pronto.
Dakutai seguía despierto, aunque estaba más callado de lo habitual.
Saeko se dió prisa y comenzó a saltar por las ramas de los árboles, llegó a su destino media hora después, el frío hiso que la chica agradeciera por primera vez usar la capa.
Unas posiciones de manos después se encontraba dentro del escondite de el Sanin. A los pocos minutos se encontró con Kabuto en los pasillos y después pudo ver a Orochimaru, después de una breve charla, Saeko pudo irse tranquila, al fin podría ir con su pequeño, o al menos ya se encontraba más cerca de su objetivo final.
Se negó a quedarse a descansar en la habitación que el perrito faldero de Orochimaru había preparado, prefirió viajar durante la noche, entre mas rápido hiciera el encargo de Pain, más rápido podría ver a su hijo.
Utilizo el chakra de Dakutai para llegar mas rápido y funcionó, a la mañana siguiente ya se encontraba frente a Kumogakure, ahora venía la parte difícil, robarle un pergamino a la aldea.
Si bien, robar no era un problema mayor para la Uchiha, lo que le preocupaba era tener un nuevo encuentro con el Raikage, ese hombre era tan rápido rápido e impredecible que para la Uchiha era bastante complicado seguirle el ritmo, pero esta vez la pelinegra estaba al cien por ciento, ya no tenía que cuidar de un estómago abultado como la última vez que estuvo allí.
Suspiró activando el sharingan, Dakutai podía sentir la determinación de la pelinegra así que hiso que su chakra se liberara más de lo normal, Saeko necesitaría toda la ayuda que pudiera para salir con heridas menores de esa aldea.
-Sólo un poco más...- susurró la chica-
Saeko estaba combinando su chakra con el de Dakutai, su sharingan era de bastante ayuda para poder controlar tal magnitud de chakra.
La pelinegra estaba sintiendo un inmenso dolor de cabeza, pero debía resistirlo, debía hacer lo que fuese necesario para completar su última misión, debía ser fuerte, por su hijo, por Itachi, por Sasuke, por la sangre derramada de su clan.
De un gran salto llegó hasta el techo de una de las casas, corrió sobre los techos y esquivó a varios ninjas, llegó hasta la oficina del Raikage, tan rápido como entró, salió.
Pain le había dado la ubicación exacta del pergamino, fue de mucha ayuda.
Estaba por llegar a la salida de la aldea cuando el Raikage apareció frente a ella con una sonrisa burlona.
La batalla que definiría el futuro de Saeko estaba por comenzar.
Morir en la deshonra, o vivir para redimir tus pecados.
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La mayor de los Uchiha. #1
FanficTerminada. ❝Jamás dejaría que mi hermano menor cargara con la muerte de nuestro clan.❞ Saeko Uchiha tiene una maldición, la maldición que todo Uchiha carga, ella ama demasiado, tanto y tan profundamente que caería en el abismo si eso significa prot...