Recuérdeme

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El aroma de su piel le traía cierta nostalgia que no podía similar. Ningún recuerdo venía a su mente cuando lo tenía frente a ella, pero lo conocía de eso estaba segura.

— ¿Como ha evolucionado? — preguntó una vez fuera de la habitación

— Su memoria aún es muy débil, el golpe le afectó demasiado

— ¿Cómo puedo hacer que me recuerde?

— Kakashi — intervino Tsunade — lo mejor es dejar que los recuerdos vuelvan solos

Suspiró, como lo hacía cada día, desde hace una semana.

9 días atrás, Sakura se estaba preparando para una misión en la aldea de la lluvia. El último de los Akatsuki se encontraba allí, y como parte del ex equipo siete, debía ser de apoyo para sus compañeros que emprendían el viaje.

— Cuídate, porfavor — le dijo con un tono de angustia

Sonrió — Siempre lo he hecho, te preocupas demasiado

— Esta misión es más compleja, no te la tomes a la ligera

— Hokage-sama — empuñó su mano — no me subestime

Le guiñó el ojo y salió de su oficina, dejando un aire de preocupación.
3 jodidos días se la pasó frente a ese gran escritorio, pensando en ella cada segundo, rogando por que todo saliera bien.
Sentía que estaba a punto de perder la cordura.

— !Hokage-sama! — irrumpió Tsunade en su oficina

— ¿Pasó algo? — intentó sonar calmado

El rostro de la sanin lleno de temor, reflejaba que el asunto era más complicado de lo que parecía.

— Lo necesitamos en el hospital... con urgencia

Sin saber de que trataba, su corazón dio un vuelco y se paralizó... No lo sabía, pero imaginaba qué era. Solo un nombre se vino a su mente... Sakura.

No fue capaz de esperar un segundo más. En una nube de humo desapareció de su oficina para reaparecer en el hospital de la aldea.

Y desde ese momento... ya había pasado una larga y jodida semana.
Se torturaba cada día al verla postrada en esa cama blanca, mirando por la ventana, esperando que volviera a sonreír.

La versión de Naruto le hizo entender la situación. Uno de los Pain le había dado una dura pelea, pero Sakura era fuerte, no se dejó vencer fácilmente... Pero lamentablemente la suerte no jugó a su favor, y un duro golpe la dejó inconsciente por tres largos días.
Cuando despertó, no sabía donde estaba, ni que había pasado, ni quien era ella, ni mucho menos quién era él.

— ¿Sakura? — entró a su habitación una joven rubia, aparentemente de su edad, que la visitaba diariamente

— Hola — respondió a secas

— ¿Cómo sigues?

Suspiró — Igual que todos los días... sigo sin recordar nada, es como si mi mente hubiera desconectado todos mis recuerdos para quedar en blanco

— Tus padres están preocupados, nosotros también... !te extrañamos frentona! — sollozó

— ¿Y el peliplateado?

— ¿Peliplateado? ¿Hablas del Hokage-sama?

— Eso...

— ¿Lo recuerdas?

— No — agachó la mirada — pero me gustaría hacerlo, viene cada día a visitarme, no habla mucho, pero se queda hasta altas horas de la noche, hasta que me duerma. De vez en cuando trae flores, acomoda las cosas en mi habitación. Es algo extraño, pero su compañía me da un sentimiento de nostalgia

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