Narra Lali:
Subo con Peter a mi despacho. Estoy enojada. No puede tratarme así delante de mis empleados. Con tanta confianza, a eso me refiero... Ni los que llevan 3 años en la empresa me dan un beso en el cachete cuando me saludan.
Sí, desgraciadamente, desde que soy chiquitita. Tengo un problema:
NO ME GUSTA QUE ME TOQUEN.
Recibir contacto humano de otras personas es algo que realmente no tolero. Es una cosa que me pasa desde hace años, no es de ahora solo. El único que dejo que me toque es Santino. El resto tiene que hacerlo con mi permiso. En conclusión, yo puedo tocarlos, ellos no pueden tocarme a mí. Y fin del asunto.
Finalmente, llegamos a mi despacho y le ordeno que se siente en la butaca de piel. Esta vez no estaremos en los sillones. Es una cosa seria y hay que tratarla en el escritorio:
— Necesito una explicación.
— Tan solo fue un beso en el cachete, señorita Espósito — dice Peter mientras mueve sus manos rápidamente. Uau.. Esta muy nervioso. Y sí, yo también estoy muy enojada.
— Creo que no es usted respetuoso si piensa de esa manera.
— Lo siento — Peter baja la cabeza como forma de arrepentimiento. SUMISO se pone en modo ON. Es una de las características.
— Por esta vez, voy a pasárselo.
Él vuelve a mirarme:
— Gracias. De verdad, estoy teniendo problemas económicos. No quiero perder el trabajo, me gusta este trabajo.
— De acuerdo. Puede marcharse a empezar a trabajar. Seguro que ha recibido correos que debe de ordenar e imprimir durante la noche. Ah, y con respecto a la nueva colección de primavera de Galerías Sky, creo que ha llegado sobre las 8 de la mañana. Revísela y tome los apuntes que sean necesarios en la computadora. Después enviémelo en formato PDF a mi correo electrónico. Antes de las 12 por favor. Hoy saldré a comer fuera.
— De acuerdo. Y gracias por no despedirme señorita Espósito.
— Téngalo en cuenta para la próxima vez, puede retirarse.
Él se levanta de la butaca y abandona mi despacho. Le pongo un whatsapp a Nicolás para que pueda subir con Santino, y a los 5 minutos, ambos tocan a la puerta de mi despacho.
Santi entra corriendo y yo me levanto del sillón para abrazarlo.
— ¿Mami has retado a Peter?
— Un poco.
— Nico me ha dicho que Peter es nuevo.
— Sí mi amor, él es nuevo.
— Vos siempre decís que la gente nueva comete errores sin querer. Él es nuevo y ha cometido un error sin querer. Tenés que perdonarlo mami.
Miro a Nico.
— No lo he despedido.
— Entonces está todo bien — responde él, que sigue apoyado en el cuarto de la puerta —. Voy a hacer unas gestiones, vuelvo en una hora.
— Y me traes dos infusiones por favor, una para Santi y otra para mí.
— De acuerdo.
— Gracias Nicolás.
— De nada — Nico siempre se pone un poco tenso cuando me enojo. Pero después se le pasa.
Se aparta del marco de la puerta, cierra y se va, dejándonos solos a Santu y a mí.
— Mami, ¿jugamos?
— Enano, te trajiste tus juguetes y tus pinturas para distraerte solito.
— Pero un ratito no más.
Me está haciendo puchero... Realmente, el único hombre que puede de veras controlarme, es Santino.
— Media hora no más, después tengo trabajo por hacer.
— Sí mami, ¡gracias! — Santino me abraza feliz. y juntos, comenzamos a jugar.
Pero justo, en ese momento, cuando miro a Santi, sonriendo. Tan feliz... Comienzo a recordar mi infancia. Mi negra y tétrica infancia.
Son recuerdos difusos, de cuando tenía 3 o 4 años. Cuando llegué a la casa nueva. Aquella etapa de mi vida en la que todo era nuevo, y estaba limpio. Cuando todo el mundo comenzaba a quererme, y yo, poco a poco, comenzaba a ser feliz.
Pero era demasiado duro. Recordar toda la mierda de antes. De antes de que todo fuera nuevo.
Me separó de Santi y me recuesto sobre la mesa de cristal con cuidado. Él me mira, y gatea hasta llegar a donde yo estoy:
— ¿Mami estás bien?
— Llama a Nico, San.
— ¿Han vuelto los sueños malos?
Asiento con la cabeza. Cuando esto me pasa no tengo ganas de hablar. Solo con Nico me siento a gusto, porque él sabe mi caso, lo conoce, y lo entiende perfectamente.
-...-
Narra Peter:
Estoy concentrado. Cuando mi celular comienza a sonar. Lo miro de reojo, es Eugenia. No, no me quiero arriesgar a atender. Hoy ya he tenido un problema. No quiero tener más problemas con Lali. Corto la llamada, ya la llamaré después.
Es justo después, cuando alguien llama a la puerta:
— Pase.
Se abre, y Nico aparece atrás de ella.
— ¿Te ha retado mucho Lali?
— No mucho. Me queda de consuelo que no me haya echado del trabajo. Así que no voy a quejarme.
— Bueno — el celular de Nico comienza a sonar y me hace una señal con la mano de que espere. Él atiende —. ¿Hola? ¿Santi? Hola enano. ¿Qué? ¿Cómo que mamá esta mal? Voy para allá enano, espera — corta.
— ¿Qué pasa?
— Lali. Está mal. Te voy a pedir un favor, ¿te gustan los niños?
— Sí. Bueno, mi novia tiene una nena.
— Como mucho es media hora. Tenés que vigilar a Santino.
— ¿Santino?
— El hijo de Lali.
¿CÓMO? ¿LALI TIENE UN HIJO?
— Es muy educado. Lo mando para acá, ¿si?
Y sin dejarme responder, Nico abandona mi despacho. ¿Qué carajo la pasa a Lali? Y lo peor, ¿por qué me tengo yo que hacer cargo del hijito de Lali?
Sigo trabajando por un rato, cuando de repente Nico vuelve con un pequeño muy lindo en sus brazos.
— ¡TÍO QUIERO ESTAR CON MAMI! — grita el chiquitín.
— Mami ahora tiene que descansar enano. Te quedas con Peter, ¿si? Va a jugar con vos a los autitos, ¿dale?
Me levanto del asiento y me acerco a él.
— Hola pequeño.
— Yo me voy, no quiero dejar a Lali sola — Nico abandona de vuelta mi despacho y Santi se me queda mirando.
— Mi mami te ha retado.
Sonrío:
— Sí, pero solo un poco.
— ¿Sabes jugar a los autitos y dibujar?
— Dibujar se me da un poco mal.
— Entonces te presto mi autito verde de carreras y jugamos a los autitos.
Así que... El hijo de la jefa también está entre mis tareas de trabajo. Menos mal que es un nene adorable... Y que me pagan bien. Y que necesito la plata. Y que mi jefa es un bombón de chocolate y dulce de leche hecho mujer. Sino fuera por todas esas cosas, abandonaba el trabajo. Sin duda.
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EL SUMISO
FanfictionPeter Lanzani es un chico cualquiera que acaba de terminar de estudiar administración en la Universidad de Buenos Aires. Tiene 27 años y una novia muy buena: Eugenia. La adrenalina de esta novela comenzará en la búsqueda de trabajo de Peter. Una de...