Epílogo

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Narra Lali:

Las cosas son mucho más lindas ahora. Peter y yo tuvimos un hijo juntos al que llamamos Bruno. Todo un angelito, querido y adorado, y también por su hermano Santino. Son tan tiernos... El mayor cuida tanto al enano.

Peter y yo estamos acostados en la parte más baja de la pradera, esperando a que Santi y Bruno terminen de jugar. Mis hijos, junto con Peter, son mi vida. No hay nada más importante... Bueno, también mis padres, los que un día me adoptaron y me dieron una infancia digna, son importantes, al igual que mis hermanos. Pero ahora Peter, Santi y Bruno son los principales.

Ahora los dueños del imperio que amasé hace tiempo, somos Peter y yo. Ahora todo lo hacemos juntos, y también he avanzado en el tema de los negocios, porque confío en que Peter lo hace todo bien. Sé que siempre va a hacer lo mejor por la empresa, y no tengo ninguna duda a la hora de pedirle ayuda con los negocios más importantes.

Nico y Euge terminaron juntos. Ahora soy muy felices los dos, cuidan juntos a Rufina, y a su hijita pequeña, Magnolia. Estoy re feliz, por Nico es una muy buena persona que ha encontrado a otra buena persona como mi hermana Eugenia.

Y mi hermano mayor, Gastón, también terminó teniendo una feliz historia de amor. Rocío, la chica que nos ayudó a buscarlo, se enamoró de él. Y él de ella. Están a punto de casarse, y en cuanto lo hagan, quieren darle primos a nuestros hijos.

Mi mamá biológica, Clara Rinaldi, estaba cuidándonos desde el cielo. Pero mi familia de corazón era la mejor que me había podido tocar, y habían aceptado a Peter tal cuál. Igual que la familia de Peter me había aceptado a mí.

No necesito nada más en la vida. Peter me había sanado el corazón, y me había enseñado a amar de verdad... No solo a mi hijo. Ahora la felicidad me inunda cada día, al igual que el amor de Peter y de mis hijitos.

— Brunito cuidado — dice Peter levantándose del pasto para agarrar a el enano —. Te podés caer, Santino puede hacerlo porque es más grande, pero hay cosas que vos no podés hacer, mi amor.

Sonrío tierna. No los puede cuidar mejor:

— Súper papá en todas las ocasiones — digo sonriendo.

— Son mis hijos. Y mientras que yo esté presente, a ninguno de ellos les va a pasar nada malo.

Santino baja rodando por la pradera y después se queda sentado en el piso mirándonos a los dos:

— Es verdad, papá nos ama chiquitito — le dice a Bruno —. Y mamá también, obvio. Nos quieren cuidar...

— No sé cuando voy a terminar de agradecerte todo lo que hiciste por nosotros, Peter.

— No tienen porque agradecerme nada, lo hice por amor, nada más. Quise ganarme al nene y a la mamá, pero tuve que empezar por el nene para ablandar a la mayor.

Río:

— Te amo muchísimo.

— Yo también te amo Lali. Los amo a los tres.

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