El Sumiso ~ 38

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Narra Lali:

Al cortar la llamada con Peter, comienzo a pensar en Gastón. Mi hermano dio la vida por mí en un pasado. Mientras que nos estábamos muriendo de hambre, él salía a buscar comida por las calles, siempre lo mejor, y cuando traía menos comida, él prefería darnos de comer a nosotras y él quedarse sin comer. Primero estaban sus hermanas, y después estaba él. Nos amaba un montón, nos cuidaba, nos protegía de nuestro viejo... Pero cuando la policía llegó a nuestra casa esa noche, nos separó, a todos, menos a María y a mí. Se llevaron a Gas entre lágrimas, pidiendo que nos cuidáramos, que nos amaramos y que nunca debíamos olvidarlo. Después de eso, seguro que terminó en un orfanato. Mi hermano ya era mayor... Y bueno, servía para estar allí. Al resto nos entregaron a dos familias diferentes. Hay también nos separaron de Iris. Iris podía echarnos de menos, pero no tanto como Gastón.

Y a día de hoy, yo aún no me había olvidado de él. Gas seguía estando presente, y allá donde estuviera lo seguía amando. Y me encantaría que esa Rocío lo encontrara para volver a verlo, y también me encantaría volver a ver a María otra vez. Incluso a Iris, volver a estar los cuatro juntos, con nuestra mamá...

Mi mamá era buena, pero se enamoró muy deprisa de un hombre que no era el adecuado. Prefería beber y drogarse, mientras que sus hijos pequeños se morían de hambre. Pegaba a mamá, sin ningún arrepentimiento. La pegaba delante de nosotros y no le importaba nada más. A veces quería también pegarnos a todos nosotros, y Gastón se ponía delante para que a nosotras no nos pegara.

Y entonces, dejo a un lado mis pensamientos sobre mi niñez. Son muy duros y tengo que pensar en un futuro reencuentro muchísimo más lindo. Y ahora también tengo que pensar en Peter y Santi. Tenemos que levantarnos a desayunar.

— Eu — susurro acariciándole la frente a Santi —. Vamos enano, ya es de día, hay que despertarse.

Santi hace un puchero y se tapa la carita con las manos:

— Enano, dale. Mirá, el tío Peter está con nosotros, tenés que levantarte para jugar con él — digo riendo —. Además, va a venir a comer con nosotros el tío Nico, va a traer la comida asiática que tanto nos gusta — sonrío. Ahora me toca despertar al grande —. Peter, buen día. ¿Qué tal se duerme en mi cama?

Peter se levanta rápidamente abriendo excesivamente los ojos:

— ¡¿Qué pasa?! ¿Qué pasa?! — grita él asustado.

El grito también hace efecto para Santi, quién abre los ojitos de a poco.

— No pasa nada, solo que ya es de día, tengo hambre y quiero que desayunemos los tres juntos — digo sonriendo —. Así que vamos, a levantarse.

Santino se sienta en la cama y se frota los ojitos.

— Por cierto enano, ¿vos como terminaste en mi cama? — le pregunto divertida.

El enano me mira y después mira a Peter:

— El tío me dejó quedarme. Perdón...

— No pasa nada mi amor. Sabés que a mamá, aunque la cuesta decirte que podés dormir acá, me encanta levantarme con vos al lado cada mañana. Me pone muy feliz — digo sonriendo.

— Gracias mami — Santi me abraza y Peter sonríe con la linda imagen.

— Bueno, ¿vamos a desayunar? — pregunto haciéndole mimos a Santi en la espalda.

— ¡Dale! — dicen ambos a la vez.

-...-

Narra Rocío:

Me encuentro en los Estados Unidos de América. Hace algunos años, terminé criminología en la Universidad de Buenos Aires, y después hice un máster en investigación en la Universidad de Harvard, sacando una de las mejores notas. Desde entonces, la mayor parte de las empresas me quieren para trabajar en ella. Pero una de las últimas personas que me ha contratado, me ha ofrecido un trabajo muy especial, que tengo muchas ganas de realizar. Buscar al hermano perdido de una de las chicas más poderosas de toda Argentina: Lali Espósito.

Todos los puntos que he estudiado en dicha investigación, me han traído a la ciudad de Nueva York. Creo que el hermano de Lali trabaja para una productora haciendo cortos de animación.

Cuando separaron hace años a todos los hermanos, dejaron a dos de las nenas juntas, al bebé se lo llevo una familia que terminó viviendo en Brasil, y a Gastón, el hermano mayor, lo internaron en un centro de menores para nenes con problemas de maltrato. A los pocos meses, le trasladaron a otro centro porque en el anterior ya no había más sitio y sacaron a los más grandes. Así que terminó en Uruguay.

Y allí, a ese nene que nunca le había sonreído la suerte, una señora quiso tener su tutela. Era una persona ya mayor, con dos hijos mayores y nietos, pero al que Gastón le había inspirado tanta ternura que se quiso hacer cargo de él, acogerle, aunque no adoptarle. Así que el gobierno de Uruguay le otorgó a la señora Cris Morena su tutela.

Y Gastón pasó su adolescencia en Uruguay, y terminó estudiando allí cine. Meses después de terminar la carrera, una empresa de cine de Estados Unidos quiso contratarlo. Así que después de todo esto... Estaba casi segura de que el Gastón de esta empresa tenía que ser el hermano de Lali Espósito.

Al entrar en el recinto, pregunté a la secretaria si podía hablar con el señorito Gastón, pero entonces, siento una mano en la espalda. Una mano fría:

— Yo soy Gastón.

Me doy la vuelta y un rubio aparece delante de mis ojos:

— ¿El señorito Gastón Morena?

— Sí, soy yo. ¿Usted quién es?

— Prefiero que hablemos en privado. Tengo que contarle muchas cosas.

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