El Sumiso ~ 10

2.8K 160 26
                                    

Narra Peter:

Dos de la tarde. Santino y yo estábamos a punto de irnos a comer al McDonalds que había al lado del edificio. Cuando de repente, alguien toca a la puerta.

Santino, ya con su mochilita puesta en la espalda, corre a abrir.

— ¡MAMI!

— Hola mi amor — Lali lo toma en brazos y lo estruja contra su pecho. Literalmente. Los miro. Aww... Las mamás y los niños son tan lindos cuando están así, cuando se quieren tanto que no pueden vivir el uno sin el otro. Me inspira tanta ternura.

— ¿Está usted mejor señorita Espósito? — le pregunto educadamente.

— Sí, señorito Lanzani. Y gracias por cuidar de Santino.

— Con Peter lo hemos pasado muy bien mami. Me ha enseñado como hacer estrellas, de dos formas distintas. Y con los marcadores me ha enseñado un truco para no salirme de las líneas negras.

Ella me mira seriamente:

— ¿Entonces hoy usted no ha trabajado nada no?

¿PERDÓN? ¿Después de que la cuido al pendejo todavía me viene diciendo que no he hecho nada? ¿Qué se cree? Bueno, sí... Es mi jefa. Pero me deja al nene y yo he tenido que cuidarle. Tampoco creo que por haber estado jugando y dibujando con él, haya cometido un pecado divino que haga que me despidan del trabajo. Sí, realmente, con esta jefa que tengo, estoy muy estresado. No sé ni siquiera como hacerlo bien con ella. Está loca, completamente loca.

— Sí tengo que cuidar de su hijo no puedo trabajar — le respondo, también, de forma muy seria.

— Mañana saldrá una hora tarde. Puede irse a comer y hoy saldrá a la hora de siempre, señorito Lanzani. Por cierto, gracias a lo que ha hecho hoy por Santino, quiero invitarle a cenar a mi casa esta noche. Usted solo. Si no le molesta.

No me molesta. Eugenia me ha dejado por culpa de sus celos, porque piensa que entre nosotros dos puede llegar a haber algo. Pero no, estás muy buena, te comería la boca, e incluso pasaría una noche con vos. Pero sé que no estoy a la altura de tus circunstancias. Realmente, usted, Mariana Espósito, busca chicos impecables, que vayan al gym todos los días, y que tengan una agenda con un horario milimetrado. Soy aplicado, pero no tanto. No estoy, ni mucho menos, a tu altura.

Pero... Aún así, me apetece conocerte dentro de tu entorno. Quiero conocer la mansión en la que vivís. Así que voy a aceptar tu invitación.

— Sí claro. No me molesta ir solo. ¿A qué hora sería?

— A partir de las 7 y media puede estar allí. Hoy saldré antes de trabajar porque tengo que bañar a Santi y hacer algunas otras cosas que no son de su incumbencia.

¿PERDÓN? Ay Dios... ¿Por qué estando hoy tan cortante cada vez me gustas más, Mariana Espósito? Miro directamente a sus ojos y al segundo retiro la mirada. No, no puedo mirarte a los ojos. Mierda, la teoría de Pablo... Es verdad. ¡ME GUSTAS! ¡ ME GUSTA MI JEFA! Esto no puede ser... "Juan Pedro Lanzani Vargas, sos el chico más estúpido del planeta" me dice enojado mi subconsciente. Sí, lo soy, confirmo.

— No me interesan las cosas que no son de mi incumbencia — la respondo resueltamente.

— Mejor. Vaya a comer, aún espero mi informe de la nueva colección. Y por cierto, tenemos que diseñar unos uniformes para nuestro grupo de empleados de la planta de joyas. Candela Vetrano, la delegada de Almacenes Sky vendrá esta tarde para comentarle todo.

— Bueno — mi cabeza amontona la información de manera desordenada. Esta mujer me estresa completamente.

— Entre las 3 y media de la tarde y las 4 menos cuarto. Antes de eso, quiero el informe de la nueva colección, por favor.

— De acuerdo.

— Suerte con el trabajo y que le aproveche la comida.

— Gracias e igualmente.

— ¡ADIÓS PETER! — Santino se despide alegremente de mí con la manita.

Después de eso, recogí mis cosas y fui a comer al McDonalds. Volví y redacté un informe corto sobre la nueva colección de Almacenes Sky. A las 4 menos cuarto, llegó Candela, la delegada. 1 hora después se fue, y por fin pude salir del trabajo.

Y sí, llegaba la hora de llamar a Eugenia. Quería ir a mi casa a cambiarme de ropa para la cena con Lali. Y tenía miedo de que me hiciera otro ataque de celos. Decidí mentirle. Así todo estaría tremendamente bien.

A los pocos minutos de llamarla, ella atiende:

— Peter.

— Hola.

— ¿Todo bien?

— Sí, acabo de salir del trabajo. ¿Cómo estás? ¿Cómo está Rufi?

— Bien las dos. Quería pedirte perdón por lo de ayer. He reservado para cenar esta noche en el restaurante que tanto nos gusta. ¿Podés venir? Así hablamos bien y tranquilos, y podemos arreglarnos.

NO... ¡NO! ¡NO! Y ¡NO!

— He quedado con Pablo para cenar. ¿Puedo ir a casa a cambiarme?

— Sí, gracias por aceptar mi invitación. Te digo una cosa, si vos no ayudas a que nos arreglemos, nunca vamos a arreglarnos Juan Pedro. Te lo digo muy en serio.

— Ya tenía planes. Antes de haberte puesto ayer como una adolescente de 15 años, haber pensado antes de hacer las cosas, así que ahora no andes quejándote. Que no tenés derecho.

— ¡TARADO!

— ¡CELOSA!

Corto la llamada. Me dirijo a casa, agarro las llaves del buzón de correos y entro. Me ducho con agua fría para despejarme del mal día de hoy y me visto para la cena: jeans, camisa blanca y azul y zapatos elegantes. Me peino y me pongo perfume. Sí, creo que con esto estará bien.

Después voy en auto hasta la casa de Lali (anteriormente ella me había mandado por Whatsapp la ubicación). Al llegar, un enorme edificio se levanta ante mis pies. UAU...

— ¿Puedo ayudarle señor? — un hombre con gorra, vestido con  uniforme me mira de arriba abajo. Creo que es el portero.

— Sí, vengo a ver a Lali Espósito.

— Todo esto es suyo. Abajo hay oficinas de una de sus empresas, y ella vive en las tres últimas plantas. ¿Cuál es su nombre?

— Juan Pedro Lanzani.

— Ah sí, me dijo que vendría. Le acompaño.

Ambos subimos en el ascensor, y con una llave, pulsa el botón de la planta 20. Subimos bastante rápido y finalmente llegamos.

— Acá es.

Las puertas del ascensor se abren... Y listo. Estoy dentro de la casa de Lali Espósito. Su salón aparece ante mis ojos. Es precioso, combinado, ordenado y limpio. De revista, es único.

— PETER — al verme, Santino sale corriendo de detrás del sillón y me abraza por las piernas.

— Hola enano — lo agarro en brazos —. ¡Qué linda casa que tienen vos y mami!

— Sí es muy linda.

— ¿Mami?

— Se está cambiando.

Ups, miro el reloj. Creo que he llegado antes de la hora prevista. ¿También me retara pro eso Doña Perfecta?

EL SUMISODonde viven las historias. Descúbrelo ahora