Su rescate, su partida (parte I)

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-Vaya, vaya... Al parecer tu amiguito peliazul ha venido a por ti...- dijo un peligris entrando por la puerta de aquella oscura y húmeda habitación donde un pelinegro residía atado a una silla - Pero me temo que no cumplió con su parte del trato...- dijo fingiendo aflicción mientras caminaba hacia el pelinegro.

-Ah si? Y yo que no me he vestido para la ocasión... Después de todo, la princesa salvara a su príncipe...- dijo tratando de sonar tan burlón como acostumbraba.

-No deberías esforzarte en hablar corazón - le dijo el de ojos amarillos una vez frente al pelinegro - has perdido demasiada sangre y bueno... Tu entiendes - dijo con burla mirando la mano izquierda de Shadow que solo se limito a sonreír con suficiencia.

-Se necesita mas que eso para que yo muera...- comunicó con altanería.

-Lo se, por eso mismo estoy aquí... Veras, necesito dejarle un pequeño mensaje a Nagisa-kun y bueno, tu eres el indicado para eso - le confeso Shinigami para, de un momento a otro, clavar la navaja que portaba en el pecho del de ojos verde opaco - Esto es culpa tuya azulito, tu no cumpliste con el trato, y bueno... No era justo así que hasta pronto...- se despidió sacando la hoja del arma para que brotará la sangre del pecho del pelinegro.

--------- Afuera de la casa ---------

Sobras era lo único que se veía en aquel lugar, se movían con sigilo por entre los arboles que rodeaban la vieja casa, caminaban como el viento sobre el tejado y andaban por sus redes como arañas y desde las alturas dos pares de ojos vigilantes los protegían.

Las cerraduras electrónicas no representaron dificultad alguna, los guardias no fueron mas que hojas secas en el camino de aquellos que tenían mandado salvar a una persona en especial.

-{Tiren a matar, ellos no dudaran en hacerlo }- fue una de las indicaciones que había dado el peliazul antes de que partieran.

El peso de cuchillos que son capases de cortar, balas que pueden perforar y granadas que no soltaran balines, eran un peso nuevo, extraño e incomodo para la mayoría, una responsabilidad para otros, un lujo y excitación para uno, herramientas para jugar según otro.

-{Estén alerta y preparados para accionar el gatillo, nadie que se les acerque tendrá buenas intenciones}- otra indicación dada lo el de ojos fríos durante la reunión.

Eran cuatro grupos, tres dirigidos por expertos y el cuarto que solo contaba con tres personas, dirigido por un lente que todo lo veía.

-{Y mas importante, nunca se separen de su alfa, no quiero bajas innecesarias...}- fue su ultima orden que sonó mas a un favor causado por la preocupación.

Entraron por rutas separadas, la ex-asesina lideraba un grupo dotado con fuerza, inteligencia y habilidades, el agente de gobierno llevaba tras de el a un grupo en donde la fuerza bruta, Perspicacia e inteligencia dejaban a la balanza de la fortuna con una gran inclinación para ellos.

El ultimo equipo, un equipo de astucia, fuerza, inteligencia, control y letalidad, un equipo bastante único sin duda, un equipo que la muerte misma lideraba.

La casa a la que se infiltraron era grande, con bastantes habitaciones y largos pasillos por lo que a todos, menos al peliazul, les había extrañado la falta de seguridad durante los primeros metros hasta que llegaron a los puntos clave.

Los estaban esperando, y no para hablar precisamente.

Disparos se escucharon en todo el interior de la casa, los francotiradores en los arboles temieron lo peor hasta que Ritsu les informo que no había bajas por parte de su grupo.

Tras de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora