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En medio del desfile les dije a mis padres que iría por algo de comer, ellos me sonrieron y dijeron que me esperarían.

Pero cuando fui a comprar un algodón de azúcar, las voces de Randall y su séquito de idiotas llegaron a mis oídos.

El miedo me recorrió de los pies a la cabeza y creí que me había caído agua fría encima, pero era solo el temblor de mis piernas y mi piel erizándose a cada segundo que pasaba paralizada en mi sitio. 

Hice lo que siempre hacía en cuanto ellos notaron mi presencia y me apuntaron con sus dedos gritando que me siguieran. 

Corrí. Incluso cuando mis piernas dolieron muchísimo, seguí corriendo con el temor de detenerme. 

Los chicos son crueles, no tienen piedad alguna. Lo pensé por todo el tiempo en que pasé con mi cuerpo en el suelo enlodado y las hojas pegándose a mi rostro sudado y frunciéndose de dolor luego de que ellos me persiguieran en sus bicicletas. Pero dicha persecución terminó en que me tropezara por una de las cuestas a las afueras del centro de la ciudad y cayera sobre mi brazo con un estridente sonido. Ellos salieron con viento fresco al instante, dejándome sollozando y con un insoportable dolor en ese lugar. 

Sin embargo ¿era insoportable ya?

No. Esto ya era familiar. 

Lo era. 

Goodbyes [Starlight 0.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora