Capítulo 2

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-Camile, Clarice, soy Enoc, solicito su permiso para atravesar su casa, es una orden directa del patriarca Kanon... – mientras avanzaba hablaba, todo lo que decía era un arma de doble filo, por una parte si era Clarice y decía que fue su tío Kanon quien lo ordeno les permitiría pasar sin contratiempo para no hacerlo esperar, esa mujer adoraba a su tío, en cambio sí era Camile, los haría cruzar mínimo cinco horas por ese laberinto solo para molestar a ese hombre que tanto odia – oh demonios… - frente a ellos se comenzaba a formar un espejismo, un cosmos comenzaba a inundar el ambiente – Camile por favor, no hagas esto, tu tío te regañara bastante…

-¡Perforación carmesí! – se escuchó a lo lejos, ese ataque iba dirigido a la mano izquierda de quien controlaba la ilusión desde la salida de la tercera casa, quien lo lanzo había bajado de la octava casa y llevaba prisa – hazte a un lado Camile, no tengo tiempo para tus laberintos de la mansión del terror.

-¡Menlo! – Aries y Géminis gritaron al mismo tiempo, uno de alivio y la otra indignada.

-Quítense,  mi dama llega tarde, Enoc voy a tu casa a esperarla – el joven de cabellera azul marino hasta la cintura y ojos rojos como dos zafiros caminaba bastante rápido.

-Sobre eso… Menlo ¿hay algún problema si atravieso la octava casa con los guerreros de bronce?

-Enoc lo que hagas con esos sujetos es tu problema, son tu responsabilidad, me importa muy poco si pasan o no por mi casa.

-¿Entonces también puedo atravesar acuario? Te prometo que no tocaremos nada, y como dijiste son mi responsabilidad.

-Si también.

-Menlo ¿A dónde demonios te diriges? – Camile salió de entre las sombras, su cabello igual al de su padre, enmarcaba la máscara negro con rojo que cubría su rostro, portaba el típico atuendo de entrenamiento de los santos femeninos en color gris.

-A esperar a Elena, se supone que llegaría a las diez, faltas quince minutos para las once, se retrasó, me asegurare que nada le haya pasado, debía esperarla en la entrada del santuario.

-Menlo su barco arribaría a las diez en el muelle, le tomaría como otras dos horas llegar al santuario, ella estaría llegando a partir de las doce… - Enoc observaba a su amigo.

-Agradece pedazo de animal que estas una hora adelantado en vez de atrasado, ahora todos,  largo, tengo cosas más importantes que hacer que soportar las visitas de Kanon – Camile se adentró a la casa de Géminis dejando a todos ahí sin decir nada más. 

Los seis salieron tan rápido como pudieron, seguían impactados por lo sucedido.

-Les dije que tenían su carácter, pero al menos ya tenemos el permiso de pasar por la octava y la onceava casa, ahora démonos prisa, es mejor llegar a la casa de leo y pasarla sin hacer ruido antes de las doce y todavía nos falta la casa de cáncer para eso.

-El tal Menlo ¿es hijo de Milo? – Shun quería estar seguro de lo que había visto.

-En efecto, todo su carácter según mi padre, pero es una buena persona una vez que lo conoces – sonrió de manera amigable.

-No lo dudo – Shun le devolvió la sonrisa intentando tranquilizarlo, recién había comenzado la misión que le dieron y ya había tenido que disculpar a  sus compañeros quien sabe cuántas veces, el sendero de las doce casas nunca se le había hecho tan largo y tormentoso como hasta ahora y eso que recién iba comenzando.

-Fester… ¿estas ocupado? – se adentraron a la casa de cáncer, todo el lugar parecía abandonado, los rostros que el antiguo guardián había dejado en el lugar habían desaparecido, solo que eso no quitaba que era un lugar bastante sombrío y envuelto en una densa niebla – solicito permiso para atravesar la casa de cáncer… - no se sentía ninguna presencia.

Los caballeros dorados: la generación sin armaduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora