Capítulo 14

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-No puedo creer que nos dejaran fuera, nosotras fuimos quienes dieron la alerta.

-Pero tiene un punto, deja que encontremos al dichoso Golem y después veremos cómo proceder.

-Ya se, Debemos mantener la calma, pero me resulta absurdo, esas personas contaban conmigo.

-No fue tu culpa…

-Falle en mi deber como santo de Atena, ustedes dos mejor que nadie saben que debemos hacer lo necesario para cumplir con nuestro deber.


Mientras tanto en Rodorio; un adolescente de no más de trece años caminaba de manera despreocupada observando el lugar, se veía bastante destrozado a su parecer, las paredes cubiertas de ceniza, algunos edificios destruidos, incluso personas lastimadas ¿estarían en guerra? Llego a la conclusión de que no era el mejor momento de la ciudad, incluso hubiera pasado desapercibido de no ser por la gran caja que traía consigo cargada, una maleta no tan pequeña y sobre todo, un gran lobo plateado que lo acompañaba.

-A saber dónde se metió – le hablo al lobo.

Su atención de desvió momentáneamente al ver como unas personas ayudaban con los escombros y atendían a las personas, todos ellos con armaduras, uno entre todos ellos le inspiro la suficiente confianza como para pedirle indicaciones.

-Disculpen – se acercó amable y cordial, los tres santos de oro se detuvieron a observarlo detenidamente, un niño pelirrojo, unos grandes ojos verdes y una cara por demás simpática a quien las pecas le daban ese aire de niño bueno, sin mencionar que portaba una caja de Pandora.

-¿Se te ofrece algo? – Milo le sonrió intentando parecer amistoso.

-Estoy buscando el Santuario de la diosa Atena ¿saben dónde se encuentra? 

-¿Para qué quieres llegar a ese lugar? Únicamente los santos pueden ingresar.

-Lo sé pero es urgente, llego tarde, mi maestra se molestara por mi falta de profesionalismo – se rasco la cabeza – debí llegar hace dos días.

-¿Quién es tu maestra?

-Enif, no recuerdo el nombre de su constelación, nunca se ha puesto la armadura frente a mí.

-Eso no es de ayuda, pero dinos, ¿tú quién eres?

-Oh cierto, disculpen mis malos modales y por favor no le digan nada o me castigara, mi nombre es Tales, de oso polar, de los últimos caballeros de cristal, o eso me dijeron.

-¿Un caballero de cristal? Pues sonríes y hablas más de cualquier caballero de ese estilo que yo conozca – Milo le revolvió el cabello.

-Supongo que busca a Elena – Aioros sonrió – puedes ayudarnos un rato con esto y después te llevaremos con ella, después de todo eres un caballero, es nuestro deber ayudar ¿no es así?

-Algo así dijo mi maestra.

-¿Quién diría que esa niña de todos ya tendría a alguien siguiéndole los pasos? – Aioria regreso a ayudar con los heridos.


-Te dije que no tenía problema en guiar a Tales al templo de acuario – Aioros se encontraba caminando junto a Milo y Tales.

-No veo por qué te sorprendes, siempre visito el templo de acuario y a sus huéspedes.

-Sin mencionar que debemos informar de los resultados de esta misión y de la llegada del santo de oso polar – Aioria caminaba detrás de sus compañeros.

-Ahora que lo mencionas, Tales ese perro te ha estado siguiendo desde que estábamos en el pueblo ¿es tu mascota?

-Épsilon no es ningún perro, es un lobo y es el compañero de mi maestra, lo encontró después de encontrarme a mí y decidió entrenarnos – Épsilon salió corriendo en dirección al templo de acuario, aulló de gusto y salto sobre Elena tirándola al piso, comenzó a lamer su cara.

-Épsilon… contrólate, ya te lo había advertido – el lobo bajo las orejas y se sentó al lado de Elena mientras ella se levantaba – a todo esto ¿Cómo...?

-Maestra – Tales imito la acción del lobo y corrió a abrazarla, volviendo a caer ambos – creí que me había abandonado – sorbió la nariz conteniendo las lágrimas.

-¿Cuántas veces te he dicho que no hagas dramas? Sabias de mi misión aquí en el santuario, sin mencionar que tardaste y no es propio de un caballero de cristal demostrar afecto o emociones tan obvias, sobre todo frente a su maestro.

-¿Cuándo cambiaran ustedes los santos de hielo? Ni Hyoga es tan desalmado – Milo caminaba tranquilamente.

-Yo tuve un entrenamiento más riguroso que el cisne.

-Nadie lo duda, pero ten en cuenta quien se controla mejor.

-No voy a discutir contra usted, Tales vamos a rendir cuentas con su santidad ahora que regresaste, y no debiste traer a Épsilon – Elena comenzó a caminar en dirección al templo del patriarca.

-Maestra.

-Dime.

-¿Por qué la llaman Elena?
-Ese es el nombre por el que me conocen en este lugar.

-¿Debo llamarla de ese modo?

-Si.

-Entiendo.

-Que rigurosos son los acuario.

-No viste a Camus entrenando a Hyoga, o a Isaac.

-Y yo que creí que mi hermano era estricto con Seiya.

-Mientras más estrictos seamos más fácil nos superaran nuestros alumnos, es bueno ser riguroso.

-Solicitamos permiso para atravesar la casa de piscis – Elena ignoraba los comentarios de sus superiores.

-No es necesaria tanta formalidad – Aurora les dedico una sonrisa a los santos – pueden pasar.

-Se debe respetar el protocolo – Elena siguió su camino.
-Como quieras – Aurora observo al niño - ¿Quién?
-Después te digo – la dejo con la palabra en la boca.
-De acuerdo…

-Finalmente tengo el gusto de conocer al santo del oso polar. – Shion observó al joven de la cabeza a los pies.
-Su santidad – se inclinó mostrando respeto – es un honor conocerlo.
-Permanecerá con nosotros hasta dentro de tres días, cuando salga el siguiente barco ¿existe algún inconveniente?
-En lo absoluto ¿ya saben dónde permanecerá mientras tanto?
-Pensaba en alguna de las cabañas que no se usan.
-Está bien, pueden retirarse – ambos se reverenciaron y salieron de la habitación – su informe caballeros.
-Los daños son más graves de lo que parecen, veinte personas muertas y trece heridos, todos ellos se encontraban en una vieja cantina.
-¿Alguna otra cosa?
-Las personas están nerviosas, varias casas incendiadas, las pérdidas materiales, la conmoción, necesitamos tranquilizar a las personas de alguna manera.
-Lo sé, incluso lo consulte con las estrellas…
-¿Qué dijeron?
-Reúnan a sus compañeros, la situación en más grave de lo que aparenta.

-No sé ni por dónde empezar… - Shion se tocó el puente de la nariz – y tampoco sé si tratarlo como caballeros o como padres – observó a todos los santos y suspiro – cuando acudí a consultar las estrellas, había dos auras asechando a Atena, bastante poderosas, una más que otra, pero se extendía hasta la estrella de Hades, Perséfone es quien corre más peligro, a estas alturas Pandora ya debe haberlo percibido también.
>>Incluso sus constelaciones se ven amenazadas, sobre todo las de sus hijos… - todos se sobresaltaron al escuchar aquello – en especial la estrella de Fidan, Elena, y no puedo interpretar lo que rodea a la estrella de Clarice, Camile no se vio tan afectada como aquella, pero todas tienen una  sombra persiguiéndolos, no bajen la guardia, Kanon necesito que regreses al templo marino e informes a Poseidón, cualquier cosa repórtalo inmediatamente, pueden retirarse.
-Si señor – todos salieron de la cámara del patriarca en dirección al coliseo, o por lo menos la mayoría, Shaka se quedó en su templo al sentir a su hija y a Fidan.

-¿Estas bien? – Alden corrió a ayudar a Elena quien había caído de espalda en los escalones debido a que la lanzo con más fuerza de la planeada.
-Mierda…
-Auch – Camile se acercó a ambos – solo por joder ¿te dolió?
-No, solo no caminare ni me sentaré bien por un mes… Si es que puedo levantarme.
-De verdad lo siento, eres más ligera de lo que creí – Alden la ayudo a levantarse.
-Tiro la toalla, necesito descansar un momento… en mi cama…
-Voy contigo – Aurora se acercó a su amiga.
-Aldebarán, creo que tomare prestado a tu hijo para acudir con Poseidón, también me llevare al otro niño pelirrojo – antes de que el tauro pudiese protestar – lo cuidare bien, te lo prometo.
-Te lo encargo.
-¿Quién es el otro chaval? – Shura observo detenidamente al pecoso, esquivaba los movimientos de Shun con precisión.
-Tales de oso polar, discípulo de Elena – Milo sonrió al ver la destreza que mostraba.
-Yo avisare al patriarca tu decisión – Aldebarán emprendió su  camino de regreso – no tengo muchos ánimos para entrenar el día de hoy.
-Comprendo, nos vemos – Kanon se despidió de sus compañeros y se acercó a darle la noticia a los jóvenes.

Los caballeros dorados: la generación sin armaduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora