Hoy como todos los dias, iba caminando hacia el instituto que quedaba a tres calles de mi casa. Me encontraba abrigada debido al frío en la mañana.
─Hey─ escuche a mis espaldas. Me giré para verlo unirse a mi caminata.
─Hola─ respondí.
Kenny. Un chico alto con un cuerpo de muerte. Músculos bien formados, unas pompis redonditas, si, envidia de toda chica. Una piel impecable sin manchas ni acné, como si no estuviera atravesando la terrible etapa de la adolescencia. Cabello castaño, un poco despeinado como siempre, pero aun así lucía genial y sedoso. Y ni hablar de sus ojos, redondos muy grandes de un color avellana y unas pestañas largas y negras, si, también envidia de las chicas. Se puede decir que es el chico soñado de toda mujer, pero lamentablemente para ellas él no quiere estar con ninguna chica por ahora.
─Fui a tu casa a buscarte y tu mamá me dijo que ya habías salido, así que trate de alcanzarte, suerte que aun estabas cerca─ dijo frente a mí, mientras caminaba de espalda para poder mirarme.
─Mjum─ contesté con pesadez y con un tono un poco molesto.
─¿Aun sigues enojada conmigo?─ preguntó riendo.
─¿Como no estarlo? Dejaste sobre mi cama una caja con un lagartijo dentro─. Kenny y yo somos mejores amigos hace muchos años ya que nuestras madres eran amigas antes de que nacieramos. El sabe que una de mis más grandes fobias después de las abejas son los lagartijos y aun así ¿me gasta esa maldita broma?. Tengo muchas ganas de golpearlo.
─Fue una muy buena broma, admítelo─ dijo con un brillo especial en sus ojos que hacían ver lo divertido que era esta situación para el.
─Déjame─ le estampe el dedo de en medio en la cara haciendo que riera aún más.
Ya estábamos llegando al instituto. Kenny me detuvo poniendo sus brazos sobre mis hombros con una sonrisa en el rostro.
─Hey─ dijo con voz suave. ─Dime ¿que puedo hacer para que me perdones?─.
─Tu lo sabes─ contesté dejándole saber que el tenía la respuesta. Entrecerro los ojos y sonrío.
─Si, ya sabia─ carcajeo y buscó en su mochila una barra de chocolate y me la entregó.
─Gracias─ no tenía que mirarme en un espejo para saber que mis ojos brillaban ante tal delicia. ¿Que problema no puede arreglarse con un chocolate?.
─Entonces, ¿estoy perdonado?─ preguntó arqueando su ceja izquierda.
─Si, estas perdonado─ se acercó a mi y besó mi frente.
Llegamos al instituto. Kenny me acompaño hasta mi casillero para buscar mi libro de lenguaje ya que era mi primera clase. Luego de tomar mi libro, me llevó al aula para dirigirse a su salón en el segundo piso, siendo el un grado mayor.
Entre y en su escritorio se encontraba el profesor Chester con su termo de café como todos los días. Era un regordete con un bigote muy gracioso tipo italiano. Hablaba demasiado lento como si la clase durará cuatro horas cuando en realidad duraba solo una. Y ahí, al final del salón en las últimas sillas se encontraban los cuatro más idiotas del instituto, Billy, Erick, Lucas y Dan el líder del grupito. Esperando a su primera víctima para ellos poder reír todo el día a causa de ella.
El día transcurrió normal hasta la salida del instituto.
Iba por los pasillos cuando escuché unas risas. Me detuve para escuchar mejor de donde provenían las voces.─Devuélveme mis lentes─ escuché decir a un chico.
─Alcanzalos si puedes─. sin duda alguna esa era la voz de Dan.