Capítulo 17

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Estaba segura que me había ganado muchas multas.

Decidí salir de casa temprano, bastante temprano.

Jacob no había llegado a dormir, y no me sorprendía.

Lo que no podía entender era ¿dónde estaba?

No podía estar en el departamento con Kaylee, porque Ross había regresado a vivir con ella.

Digamos que me puse algo ebria desde la noche anterior, y amanecí igual de ebria.

Y salí deprisa de casa, manejando así.

Dos patrullas me detuvieron y me pusieron multas por exceso de velocidad.

Llegué a la cafetería apestando a alcohol y cayéndome de sueño.

Michelle fue a ayudarme en cuanto notó que estacioné el auto mal.

Incluso pensé que había atropellado a alguien.

Tenía una semana sin ver a Ross, y ya me hacía falta hablarle.

-Dios santo, yo solo soy una empleada de la cafetería, no tendría porque estarte cuidando Noah.

Me dijo Michelle, ayudándome a entrar.

Me llevó hasta una de las mesas.

Para mi suerte no había nadie en el local.

Por Dios, que pena sentí.

-Tómate esto.- Me dio dos pastillas, para el dolor de cabeza.

Luego me trajo algo de comer que había comprado en un local de desayunos.

-Necesitas bajar eso ya.

Me dijo y fue de vuelta al mostrador mientras yo le daba un sorbo al jugo que me había traído.

Terminé de comer todo, y luego me quedé dormida encima de la mesa.

Pensé que descansaría lo suficiente.

Y luego Michelle me despertó de nuevo.

-Noah, maldición, despierta. Llevas una puta hora dormida.

Sentí que no habían pasado ni dos minutos cuando caí en mi profundo sueño.

La miré y se me quedó viendo.

-Necesitas ayudarme, tengo cientos de pedidos.- Me pidió casi llorando.

Afortunadamente, se me había pasado el efecto del poco alcohol que me quedaba.

-No volveré a beber, vamos, te ayudo.- Le respondí.

-Por favor, échate perfume.

Me dijo riendo.

Asentí y fui a mi oficina, dejé mi bolso y saqué una caja de loción para dama que llevaba.

Me puse bastante y me retoqué el maquillaje.

Después volví al trabajo.

Y pensé que mi día iba a ser igual de ordinario y aburrido que los últimos.

Pero luego él llego.

Venía con un traje negro y una camisa blanca.

Hablaba por teléfono.

Me miró y me guiñó el ojo mientras entraba al lugar.

Sonreí por lo bajo.

Michelle me volteó a ver y se quedó con cara de que no sabía que pasaba.

Ross llegó hasta el mostrador finalmente y me saludó.

Con un beso en la mejilla.

Ambos hubiéramos querido saludarnos distinto.

VENGANZA // Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora