Capítulo 8

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Cuando salí del coche intenté mirar donde estábamos, había un edificio con un gran asfalto detrás, pero no pude ver donde estaba realmente ya que unos arboles tapaban el rotulo. Pablo vio que intentaba averiguar donde me había traído, entonces se dispuso al fin a hablar.

- Espero que te guste esto, me regalaron un vale para dos personas en una carrera de karts.- me dijo- No tenía con quien venir y tu pareces querer pasar tiempo conmigo, así que aquí estamos.- termino de hablar cogiendome de la mano para dirigirnos al edificio.

-:Nunca he montado en ninguno, pero se que me gustará darte una paliza en esos mini coches.- Sonreí dejándome llevar por él.

Nos dieron una charla a ambos de seguridad y de como utilizar adecuadamente los vehículos. Yo solo deseaba montarme en uno de ellos ya para machacar a Pablo. Nos dejaron un mono a cada uno junto con un casco y nos asignaron un coche. Ya estaba preparada dentro de él con unas ganas terribles de pisar el acelerador.

Dieron la salida y lo pisé todo lo que pude, pero parece ser que Pablo ya había estado aquí mas de una vez puesto que manejaba perfectamente y sabia coger cada curva en el momento adecuado. Me armé de valor y me sitúe a su lado para darle un pequeño empujón, él solo se limito a sonreirme y adelantarme de nuevo pasando después por la linea de meta.

Era impresionante la adrenalina que mi cuerpo expulso en esta carrera, corta pero intensa, dándome energía para correr unos cuantos kilómetros más montada sin siquiera darme cuenta. Aparqué el coche donde me esperaba el instructor y Pablo a su lado con una sonrisa impecable.

- ¡Vayaa! ¡Que pasada!- grité nada mas acercarme a ellos.

- Sabia que te encantaría todo esto y descargar tensiones- afirmó entregándole el vale de nuestra carrera.

- Pero por desgracia perdí, espero poder tener una revancha.- le sugerí con carita de pena.

- Tendremos la revancha, creeme Elena, y será antes de lo que piensas- dijo algo raro.

Salimos para volver al coche y una vez dentro nos pusimos rumbo a casa pero esta vez sin que me tuviera que guiar. Cuando llegamos a la ciudad no caí en la cuenta que tendría que llevar a Pablo a su casa para que mi madre no sospechara.

- Pablo, ¿te llevo a tu casa?- pregunté pendiente de la carretera.

- No, de verdad. No hace falta, me viene muy bien estirar las piernas. Con que me acerques a la plaza mayor me sirve.- respondió despreocupado.

En unos minutos llegamos donde me dijo que lo dejara y aparqué el coche en el estacionamiento. Antes de bajarse se despidió de mí dándome un beso en la mejilla, pero antes de que se retirara de mi cara actúe todo lo rápido que pude, puesto que me pillo de sorpresa.

Giré la cara para juntar nuestros labios, al principio se quedó demasiado quieto, impresionado diría yo. Pero cuando reaccionó me respondió primero suavemente y al ver que mi cuerpo pedía mas, profundizó tanto el beso que pensaba que iba a arder. Dejándome llevar, pasé las manos hacía su cuello para hacer mas presión entre los dos sintiendo su calor, mientras él, acariciaba suavemente mi espalda con las yemas de sus dedos. De su cuello recorrí la espalda y de ahí a su trabajado abdomen. Estaba subiendo la temperatura entre Pablo y yo pero no era ni el momento ni el lugar para llevar a cabo mi plan, así que baje el ritmo del beso, retiré mi mano y me despedí de el aun con la respiración agitada.

- Pablo, creo que debería irme. Esto podemos dejarlo para otro momento, es tarde y seguro que te esperan en casa.- intenté escabullirme como pude.

- Tienes razón, perdona, me dejé llevar por el momento. Me alegro que vinieras conmigo, me lo he pasado genial contigo.- se despidió para salir después del coche.

Me quede dentro del coche viéndolo alejarse poco a poco hasta que mi pulso se normalizó.

Puse rumbo a mi casa para comer algo, porque la verdad estaba hambrienta después de la carrera con Pablo. Y aun me quedaban por hacer mis tareas y si estaba mi madre en casa convencerla de darnos un baño en la playa.

Entré en casa directamente para la cocina a buscar que poder meterme en el estomago. Miré en la nevera y pude ver que tenia todos los ingredientes para hacerme un sándwich bastante completo. Cuando terminé de hacerlo me fui a la terraza a comérmelo tranquila y así podría ver si llegaba mamá.

Me puse mis auriculares para abstraerme del mundo y sumergirme en las letras de mis canciones favoritas, y en un momento en el que mire la calle, encontré a un hombre bastante extraño observándome. Me dio muy mala espina la profundidad de su mirada y el odio que inspiraba, menos mal que en cuanto se encontró con mis ojos se fue andando calle arriba.

No es raro en este barrio porque hay demasiados pervertidos, aunque creo que a ese no lo he visto por aquí nunca, estaría de paso.

Al acabar de comer definitivamente me fui a mi habitación para empezar mis deberes que por suerte eran pocos sino me llevaría lo que me queda de tarde para terminarlos.

Justo cuando estaba recogiendo mis cosas en la mochila para las clases de mañana, sonó mi teléfono. Como es de costumbre contesté a mi amiga eufóricamente.

- ¡Hola pendeja! ¿A que se debe tu llamada? Es extraño en ti a estas horas.- pregunte intrigada.

- Pues a que deberías avisarme cuando pienses mentir a tu madre poniéndome a mí de pretexto- me regaño Iris.

- Ostia es verdad, lo siento mucho, tienes razón debí avisarte. Pero, ¿Como lo sabes?- me disculpe por mi metedura de pata.

- Lo sé porque Lara me llamó hará una hora para preguntarme que tal nos lo estábamos pasando, ya que tu móvil estaba sin señal optó por llamarme a mi. Así que me tuve que hacer la tonta para encubrirte. Me debes una Elena.- argumentó haciéndome soltar una risilla.

- Muchas gracias Iris, te recompensaré con creces, eres la mejor de las amigas. Y mañana en el descanso te cuento donde he estado, no te lo vas a creer.- la alagé para que se le pasara el enfado, en ese momento escuche cerrarse la puerta de la entrada. - Bueno amiga, tengo que colgarte que acaba de llegar mamá. Nos vemos mañana, ¡Un besoo!- coge para bajar a recibir a Lara que por lo que percibí nada mas verla, hoy tampoco habría tenido un buen día. Aunque siempre intenta lucir buen animo sus ojeras la delatan.

Enfrentando la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora