Capítulo 16

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Me quedé paralizada, en shock, me obligue a reaccionar, era la mejor oportunidad para escapar así que empezé a correr fuera del edificio todo lo que mis piernas me lo permitían. Pude ver el coche de Pablo pero como era evidente no tenía las llaves puestas. La única opción que me quedaba era seguir la senda por la que se supone que habíamos llegado. Corrí y corrí pero no llegue muy lejos por la falta de alimento en mi organismo, para mi desgracia venía un coche de lejos acercarse a mi dirección haciendo que me introdujera en un bosque que había a un lado del arcén, fue una mala elección por la gran cantidad de pasto, hierbas secas y zarzales que lo cubrían pero peor sería quedarme con esos dos atada a una silla. En seguida pude sentir el coche atravesar rápidamente el mismo camino que había recorrido anteriormente, por querer ir mas rápido tropezé por una rama de una zarza rajándome la parte superior del muslo quedando totalmente indefensa permitiéndole acercarse aun mas hasta que nuevamente estaba en posesión del despreciable. Me agarró del pelo arrastrándome hasta el coche y una vez ahí me encerró en el maletero para volver a las peores de mis pesadillas.

Me faltaba el aire, yo nunca había sufrido claustrofobia pero ahora me estaba entrando una gran ansiedad por no tener espacio suficiente para todo mi cuerpo. Noté que el vehículo disminuía la velocidad hasta detenerse, seguidamente volvió la luz a mi vista sin un segundo de tranquilidad por sentir un gran tirón de mis tobillos sacándome de la parte trasera del coche para volver a la antigua panadería con más daños de los que tenía cuando salí de ella.

Esta vez no me ató a la silla sino de unas cadenas que colgaban del techo quedando de pie colgando de mis brazos en todo momento. La gravedad estaba haciendo mella tanto en mis brazos que empezaban a lastimarse como en la herida que me abrí intentando huir, sangraba demasiado y no pretendía asistirme, es más, rato después de quedarme ahí apareció con un bote de metal con unos polvos que no podía adivinar que era hasta que me rozó mi herida: sal. Las lágrimas salían a borbotones al igual que la sangre, era un dolor inhumano, pensaba que era fuerte, pero esto es algo que me supera al cien por cien. No logré estar diez minutos consciente cuando me desmallé soportada por mis brazos que no aguantaran demasiado sin dislocarse.

A la mañana siguiente desperté con el cuerpo como si un tren me hubiera pasado por encima rompiendo cada uno de mis huesos, acabarían conmigo como prometieron porque este ritmo de maltrato no lo soportaré mucho tiempo más. Presté atención a si había alguien en la zona pero todo permanecía en silencio lo que aproveché para gritar todo lo que me dejaban mis cuerdas vocales pero una vez más sin resultados, sin respuesta de nadie, moriría sin que nadie pudiera ayudarme.

Pasaron las horas y mi cuerpo estaba entumecido completamente, pero algo estaba ocurriendo, oía ruidos del exterior que no podía distinguir, pero a los minutos después oí lo que supuse que era un megáfono e inmediatamente grité para que supieran que estaba allí aunque nadie entró a rescatarme seguí aquí colgada y desnutrida.

Cinco minutos después de la presencia de personas en el exterior el secuestrador apareció de nuevo frente a mi con cara de furia al saber que sus planes se estaban tornando sin haber recibido aun su gran suma de dinero, empezó a ponerse nervioso cuando su móvil empezó a sonar repetidas veces hasta que decidió cogerlo amargamente.

- Largaros inmediatamente si no queréis que la mate ahora mismo. Quiero el dinero acordado y lo quiero ya.- dijo tan enfadado que en realidad temí por mi vida.- No hay acuerdos ni mierda, el dinero, en la puerta dentro de una hora y sin sorpresitas de ningún tipo.- terminó colgando el aparato haciendo un gesto de querer estamparlo contra el suelo pero se lo pensó dos veces.

Andaba de un lado para otro, se notaba que lo habían pillado descuidado, algún error cometido ha hecho que la policía nos encontrara y al fin noto esperanza de ver a mi madre y volver a mi casa, despertar de esta pesadilla que no me deja ni respirar. Se acerca a mi pensativo sin saber que hacer conmigo.

- La desgraciada de tu madre la ha cagado y ha llegado la hora de hacer algo contigo.- dijo buscando algo por el suelo, yo ya estaba aterrorizada por lo que se le pudiera ocurrir, ya puedo imaginarme cualquier cosa.

- Por favor no me hagas nada, te lo pido, seguro que te dan una oportunidad si no me haces nada.- suplico intentando convencerlo pero el continua pensando y buscando por todos lados.

- A mi no me cuentes cuentos para no dormir, me se de que va ya todo esto así que cuanto mas quietecita te quedes mejor.- me advirtió cogiendo una botella de un rincón.- Esto servirá no te mataré pero haré que tu madre siga sufriendo en resto de su vida y se acuerde de mi cada vez que te mire.- informó mientras me volvía a sentar en la silla atada otra vez de manos pero esta vez también de pies.- Seguro que has utilizado este producto, bueno espera que eres una ricachona y tendrás a una mujer para la limpieza de la casa. Pues esto se llama lejía y aunque no lo creas puede hacer mucho daño y ahora te lo demostraré- terminó diciendo a la vez que me levantaba la cabeza por el mentón y colocaba en alto la botella. Yo solo quería chillar pero me tenía agarrada tan fuerte que no podía ni mover la boca, pude ver que ya salía liquido de la botella y yo traté de cerrar los ojos pero nuevamente me obligó a abrirlos derramando todo lo posible en mis ojos. Al principio no sentía nada pero poco a poco notaba como escocía y pasaba a quemar, cerré los ojos para intentar aliviar el dolor pero es imposible aquí atada solo puedo chillar.

De repente sonó un gran estruendo, intenté abrir los ojos pero no veía mas que sombras y poco a poco veía cada vez menos, supuse que derribaron la puerta de metal de la entrada. Había mucha gente pegando voces, estaba nerviosa y dolorida por no saber que pasaba, me concentré y escuche a lo lejos a mi madre y empezé a llamarla haciéndose un silencio en la zona, hasta que pude oír hasta cinco disparos. Empezé a llorar desconsoladamente lo cual no me vino nada bien por que me comenzaron a escocer mucho más los ojos, ya no aguantaba más necesitaba salir de aquí, quería morirme. Varias manos empezaron a tocarme y yo intentaba esquivarlos hasta que me tranquilizaron diciendo que era la policia y que mantuviera la calma que me iban a desatar.

Sentí un gran abrazo que me quitó el aire de los pulmones, no veía nada pero sus abrazos son inconfundibles, mi madre tenía un tacto con mi piel que nunca he podido valorar antes. Ya cuando me soltó perdió la poca calma que tenía, observó mi cara y por su reacción no tengo que tener muy buena pinta.

- Elena cariño, que te han hecho, abre los ojos y mirame por favor necesito que me digas que ha pasado- dijo sin entenderla apenas por su llanto.

- Mamá necesito salir de aquí, yo no sé lo malo que será eso, pero me ha derramado lejía en los ojos por eso no puedo abrirlos.- inmediatamente sin que me dieran tiempo a seguir ablando me cargaron en brazos y me acostaron en alguna especie de camilla, oía a mas personas que supuse que era personal médico ya que me levantaron los párpados y seguidamente pusieron las sirenas desplazándonos quedándome poco a poco dormida.

Enfrentando la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora