Catorce

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Lo primero que se me vino a la cabeza fue que, de seguro, la terapista tenía tus datos, incluyendo tu dirección.

Así que, esa misma noche, después de la terapia, fuí a hablar con ella.

Le expliqué lo que pasaba, lo mucho que significabas, significas, para mí.

Ella se negó las primeras tres veces.

Tuve que arrodillarme y suplicarle para que me dijera donde vivías.

Finalmente accedió con un poco de indecisión.

Para mi sorpresa, al ver el papel donde estaba escrita la localización de tu casa, me dí cuenta que quedaba apenas a unas cuantas cuadras de la mía.

Le agradecí a más no poder a esa mujer.

Y aún lo hago, si no hubiera cedido a darme la información, quien sabe lo que te pudo haber pasado.

Nuevamente le agradecí y tomé en papel en mi mano.

Estaba decidido, hoy te haría un visita.

El cuento que no tuvo un Final Feliz [KookV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora