Once

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Cicatrices se ocultaban debajo de la tela rojiza.

Mi pecho se encogió.

No sabía nada de tí, pero me dolía que hicieras daño. Sin saberlo, ya estaba cayendo por tí.

Una idea loca pasó por mi mente mientras sujetaba tu bracito.

Mis mejillas se tornaron rosadas por mis pensamientos, pero estaba decidido a poner en acción mi plan.

Tembloroso, baje un poco mi cabeza y besé tus heridas de guerra.

Las besé una por una, delicadamente, tomándome mi tiempo.

Al fin y al cabo, nadie podía vernos si estábamos en nuestro lugar.

Alcé mi rostro al terminar, en busca del tuyo.

Te veías adorable. Tus mejillas coloradas, iban perfectamente con tus ojos llenos de brillo y tus manos temblorosas.

Sonreí.

El cuento que no tuvo un Final Feliz [KookV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora