Cuarenta y tres

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Habían pasado nueve meses y medio desde tu diagnóstico.

Las terapias quemaban tu piel pero no dejaban huella.

Tus lágrimas seguían siendo invisibles.

Tus quejidos mudos.

Y tú sonrisa, gracias a Dios, seguía brillando.

El doctor quería verte. A tí y a tus padres.

Me asusté muchísimo porque pensé lo peor. Pensé que me dejarías pronto por culpa del cancer.

Pero, por una vez, eran buenas noticias.

El cuento que no tuvo un Final Feliz [KookV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora