Treinta y ocho

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Después de algunas semanas, tus madre descubrió a un doctor que trataba especialmente casos como los tuyos.

Malestares misteriosos de los que nadie sabía.

Él te atendió y te hizo unos cuantos exámenes rápidamente.

En unos días estarías los resultados.

Pero entonces, el miedo te entró al cuerpo. Y ahí fue donde decidiste contármelo todo.

Desde tus síntomas, hasta los nombres de todos los doctores que visitaste.

Te abracé muy fuerte. Muy, muy fuerte.

Te abracé como si te fueras a resbalar.

Te abracé firmemente.

Te abracé, porque sabía que en ese momento, era lo único que te calmaría.

Era lo único que podía hacer...

El cuento que no tuvo un Final Feliz [KookV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora