Tómame, Daddy «Suga y tú» | ✓

Capítulo Cuatro

No sé porqué, pero me desespero. No paro de caminar de un lado a otro, de observarme en el espejo y retocarme, de comprobar la hora en mi teléfono y esperar una señal de vida de YoonGi. Pero nada.

Trato de calmarme un poco, ya que todavía es temprano y él me dijo que vendría a las diez. Suspirando, tomo mi móvil y coloco un juego que he estado jugando últimamente. Es muy entretenido, puesto que trata sobre cuidar de unas personitas en medio de una isla, para que vayan creciendo y evolucionando. Cuando estaba muy metida en mi papel de Diosa, el timbre de mi departamento suena y me levanto de golpe, corriendo hacia la puerta para abrirle a YoonGi.

Respiro y cambio mi postura, haciéndome lucir calmada y desinteresada. Al abrir la puerta, el chico que aparece frente a mí hace que quiera lanzarme encima de él y amarrarlo en una silla para que no escape y poder tenerlo solo para mí. Con solo una camisa negra y un pantalón del mismo color que cae de su cadera con gracia, además del cabello revuelto pero perfecto, se ve como sacado de mis peores y más pervertidos sueños.

YoonGi me observa de pies a cabeza y sonríe, haciéndome sentir algo incómoda. Compruebo en mi mente mi aspecto, y por mí, no me veo mal. Llevo un short negro, con unas botas y medias altas del mismo color junto a una blusa corta y blanca, con accesorios dorados. No sé si estoy muy sencilla o si algo de mí no le agrada, pero no ha dicho nada. Luego de unos segundos observándome, por fin se mueve y hace una seña para que salgamos. Cierro mi departamento y camino delante de él hasta un auto que espera estacionado en frente del edificio.

Subo en el auto seguido de YoonGi, haciendo que este arranque, llevándonos hasta una de las discos más concurridas de aquí. Durante el trayecto, ninguno de los dos dijo una palabra, y yo sigo incómoda. Realmente, teníamos ya varios días sin vernos, y no sé qué decir ni qué hacer.

No me doy cuenta cuándo llegamos, debido a que estaba sumida en mis pensamientos. YoonGi me extiende la mano y la acepto temerosa, dejándome guiar por él en medio de todas las personas que están esperando entrar al lugar. Me alegra entrar rápidamente, puesto que no me agrada mucho la idea de ser vista por cualquier persona que sepa sobre YoonGi y luego lo diga a todo el mundo. Ya dentro, caminamos con más libertad hasta la barra para comenzar con nuestra cita.

—¿Quieres algo de tomar?—Por fin habla YoonGi y suspiro aliviada. Ya era hora de se acabara el silencio incómodo. Asiento, viendo como él llama con un gesto al barman y pide nuestras bebidas.

No sé realmente qué es, pero sé que estaba delicioso y luego de unos minutos, ya llevaba cuatro. Noto que YoonGi me observaba fijamente desde hace unos minutos, y le sonrío, sintiendo un poco los efectos del alcohol. Tomo su brazo y señalo la pista de baile, a lo que él acepta y caminamos hacia ella.

Bailamos y bailamos, sintiendo el calor de la masa de gente influir en nosotros, haciéndonos sudar mientras nos movemos en la pista. De un momento a otro la canción cambia de ritmo a una más sensual por lo que, pegando mi espalda a su pecho, comienzo a moverme sin pudor, siendo este el típico momento de libertad que te proporciona el alcohol.

—Se suponía que no sabías bailar.—Dice YoonGi en mi oído, tomando con sus fuertes manos mi cadera y pegándome más a él. El aire entre nosotros ahora es electrizante, más aún cuando, en medio de mi osadía, muevo mi trasero cerca de su entrepierna, haciendo que estas dos se rocen.

Justo cuando hago eso, él me sujeta firmemente y nos hace detener. Volteo por curiosidad, y observo que tiene los ojos cerrados y respira con dificultad.

—¿YoonGi? Oye... ¿Te sientes bien? ¿Te vas a morir?

—Já, já, muy graciosa. No me voy a morir, solo... Vamos a tomar algo.—Sonríe jalándome del brazo fuera del montón de gente. Respiro con más tranquilidad cuando siento algo más de frío, y me acerco junto a YoonGi a la barra.