Capítulo Veinte

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La soledad de mi habitación es mi mejor amiga ahora.

He pasado alrededor de una semana o más encerrada en la oscuridad de sus cuatro paredes, y a pesar de que pensaba que estar sola y meditar acerca de los problemas de la vida era bueno, definitivamente conmigo no funcionó esa técnica. Me siento cada vez peor, y realmente necesito verlo y saber que todo va a estar bien, aunque eso no sea cierto.

Lo peor de todo, es que me duele el hecho de saber que todo este tiempo, él ha estado insistiendo en verme. Ha venido casi todos los días y se ha quedado por más de una hora fuera del departamento, esperando a que yo saliera o que Gabriela lo dejara entrar, para supongo inventarme las mil y un excusas de lo ocurrido aquel día. Simplemente no puedo hacerlo.

No puedo escuchar lo que tiene para decirme, porque siento que al fin y al cabo me mentiría. Además, no puedo seguir mintiéndome a mí misma acerca de un futuro o una relación estable con él. Ya me he dado cuenta de que sería casi imposible.

Pero aún así, a sabiendas de todo lo que es Min YoonGi y todo lo que no puede ser con Min YoonGi, lo sigo amando con mi vida. Y me odio internamente por no frenar esos sentimientos. Al contrario, estos siguen creciendo a pesar de las adversidades.

Mi sentido común la mayoría del tiempo está defectuoso.

La luz del atardecer se colaba por las ligeras telas de mi ventana, y no evité suspirar con melancolía. Y pensé que amar a YoonGi, es como un atardecer. Es hermoso verlo y sentirlo, pero doloroso en sus últimos momentos, puesto que se sabe que no es para siempre, y que al momento en que se va, te alberga la frialdad y soledad de la oscura noche. Fue ahí cuando me di cuenta que es inevitable el no comparar a YoonGi con todas las cosas de mi alrededor.

Me levanto de la cama con pesar, para ir por un momento al baño. Al verme en el espejo, las ganas de abofetearme por mi estado fueron monumentales. Notar lo demacrada que me veía, me di cuenta de que ya esta situación la había vivido antes, gracias a la misma persona. ¿Realmente no estamos destinados a estar juntos? ¿Siempre será el mismo sufrimiento todo el tiempo? No podría soportarlo.

Fulminándome con la mirada, me digo internamente que ya es suficiente. No puedo seguir ocultándome, y mucho menos puedo seguir evitándolo puesto que tarde o temprano lo tendré que enfrentar. Y prefiero un trillón de veces que sea temprano, para que el dolor que deje esa pérdida sane más rápido.

Observando la hora en mi móvil, me percaté que dentro de unos minutos (casi media hora) YoonGi podría venir a seguir insistiendo en verme. Bueno... Si es que ya no se dio por vencido.

Niego con la cabeza, respirando hondo, preparándome mentalmente para la batalla final. Lo enfrentaré y que pase lo que tenga que pasar. Decido tomar una ducha rápida para apartar toda el aura negativa de mi alrededor, y me visto con algo simple. También me aplico un poco de maquillaje para ocultar mis enormes ojeras y palidez.

Y en efecto, después de casi una hora, la puerta de la entrada fue aporreada por una persona, haciéndome sobresaltar. Es él... Estoy segura de que es él.

Afirmé mis sospecha cuando escuché los gritos de Gabriela, y sus constantes explicaciones sobre el porqué tiene que darse por vencido conmigo. Pero esta vez no será como las otras veces.

Respirando por enésima vez, abro con lentitud la puerta de mi habitación, y escucho atentamente lo que esas dos personas estaban discutiendo.

—YoonGi... Por favor, ya basta. Si sigues haciendo esto la harás sufrir más. Y no sé si te importan los sentimientos de ella, pero por lo menos ten en cuenta de que es un ser humano, como tú, que siente y que ahora mismo no se encuentra bien debido a ti. Ten un poco de consideración y aléjate de ella.

Tómame, Daddy «Suga y tú» | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora