Capítulo Veintiocho

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YoonGi saltaba más que un saltamontes cuando yo intentaba hacer algo. Farfullaba y me reñía cuando le recalcaba una y otra vez que ya me encontraba bien. Y me obligaba a comer cosas que compraba para mejorarme, con la historia de que la señora del restaurante o de la tienda le decía que era lo mejor y lo obligaba a llevarlo. Era un dolor en el trasero, y me estaba exasperando.

Habían pasado ya tres días desde mi hospitalización por deshidratación. Y bueno... Eso, sumado a una sorpresa en forma de guisante el cual era el causante de todos mis dolores. Esto último nadie lo sabía. Y sentía que era mejor así.

Quería alejarme de YoonGi para poder pensar mejor sobre todo. Quería tener aunque sea unos días en soledad para ordenar las desordenas piezas de mi vida. Y con esto no pretendo quebrantar mi relación con YoonGi. Era lo último que haría, a decir verdad. Solo... Tenerlo encima de mí la mayor parte del tiempo solo me recordaba que él era el cómplice de que el guisante esté cómodamente alojado en mi vientre. Y aunque YoonGi se iba por unas horas, estas no eran suficientes para mí, puesto que lo que menos hacía era enfocarme en mi vida. Difería de los pensamientos principales, y me encargaba de divagar por todo el departamento haciendo tonterías.

Pero gracias al cielo, ya tenía un pequeño plan. Y ahora mismo, aprovechando que YoonGi no estaba, lo iba a ejecutar.

—Holaaa, bonito.—exclamo alargando mucho la a, sintiéndome momentáneamente tonta por ser tan evidente. Shin Jo bosteza y entonces veo la hora en el reloj de pared, rodando los ojos.—Vamos, flojo, necesito hablar contigo.

—Son las nueve de la mañana, T/N... ¿Qué quieres?

—¿Esa es forma de hablarle a tu mejor amiga?—lo escucho bufar, y acomodándome en el sofá carraspeo antes de hablar.—Necesito que me hagas un favor.

—Ya sabía yo que solo llamabas a esta hora para pedirme algo.

—No me reclames y escúchame. Necesito que le digas a YoonGi que tu abuela está un poco enferma, y que ella quiere que yo vaya a visitarla.

—Jesucristo, T/N. Te quiero muchísimo, pero no quiero enfermar a mi abuela.

—Lo sé, lo sé, y lo siento mucho, te juro que le llevaré una cesta llena de comida muy saludable, medicinas y mucho amor. Pero de verdad, necesito ir a Busan.

Shin Jo suspira, y aguardando un poco en silencio, piensa lo que le estoy proponiendo.—Cariño, ¿pero por qué no le dices a YoonGi que quieres venir y ya?

—Es que me está sacando de quicio con todo esto de ser tan sobreprotector, y entonces si le pregunto, lo más seguro es que me diga: todavía estás recuperándote, blah blah. Y no quiero hacerlo sentir mal, porque ha hecho mucho por mí... Pero necesito un respiro.

—Y algo me ocultas, T/N, porque esa es la excusa más tonta que he escuchado. Pero está bien, lo haré. ¿Cuándo hablaré con él?

Con un suspiro de alivio, le digo a Shin Jo que lo volveré a llamar en la tarde cuando YoonGi llegue, y cuelgo. Me apresuro a comprar un pasaje en tren para el día siguiente a Busan, y entonces espero. Ya en la tarde, YoonGi llega y se sorprende cuando lo jalo del brazo con mi mejor cara de preocupación, hasta sentarlo en el sofá.

—Min, necesito ir a Busan.

—¿Por qué? ¿Qué pasó?

Pidiéndole mentalmente al cielo que mis palabras nunca se cumplan, hago una mueca y suelto la mentira.—La abuela de Shin Jo enfermó y quiere que yo vaya a visitarla. Ya compré un boleto en tren para mañana. Volveré este fin de semana.

—T/N. Recuerda que estás recuperándote de...

—Sí, cariño, yo sé. Ya me siento mucho mejor, y te prometo que me cuidaré muchísimo y comeré muy bien. Además, Shin Jo estará siempre para mí, y él prometió cuidarme. No volveré a enfermarme, ¿vale?

Tómame, Daddy «Suga y tú» | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora