Capítulo Veintinueve

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—Están deliciosas, abuela, como siempre. Aunque...—ShinJo hace una mueca exagerada, mirando a un costado para tratar de saborear algo.—Estas de aquí están quemadas. Culpa de T/N.

—¡Mentiroso! Las galletas quedaron perfectas, ¿cierto, abuela?

La señora Yeon asiente entre risas, y terminando de limpiar la cocina le sirve un poco en un plato al señor Shi Joon, para llevárselas a su taller. Luego de la cena, decidimos hornear algunas galletas y así pasar el tiempo entre charlas y anécdotas, hasta que da la medianoche, y luego de despedirnos nos vamos a nuestras respectivas habitaciones.

Me siento tranquila ahora. Todavía no sé qué haremos, pero a pesar de ello, estoy decidida a decírselo a YoonGi y enfrentar esto juntos. Tiene derecho a saberlo y decidir conmigo, por lo que con eso en mente, me entrego a los brazos del dulce sueño, sin el constante bullicio de la cuidad.

Me levanto por un ruido incesante, y a tientas consigo de dónde proviene, abriendo difícilmente los ojos ante la luz de mi teléfono. Miro la hora antes de contestar, y me asusto al ver que eran las dos de la mañana.

—¿YoonGi? ¿Qué sucede?—pregunto con mi voz rasposa, y a través del altavoz, escucho su intranquila respiración.

—T/N, dime algo...—su silencio me hace despertarme completamente, y levantándome de la cama espero a que diga algo.—Tú... ¿Estás embarazada?

Esperaba cualquier cosa que me dijera. Por más descabellada que fuera, esperaba de todo, menos eso. Palidezco en menos de un segundo, y tragando saliva trato de aligerar la situación. Jodida mierda, así no quería que pasara.

—¿Estuviste hurgando mis cosas?

—La secretaria del doctor que te atendió se contactó conmigo para avisarme que ya habían hablado con el médico obstetra, y que estaba disponible para llevar el control.—dice con voz muy baja, y cierro los ojos fuertemente, maldiciendo en mi interior.—Pensé que había sido un error de la secretaria, y efectivamente lo era, porque luego de hablar con el doctor, se disculpó porque ella había confundido su agenda, y luego se disculpó otra vez por habérmelo revelado cuando ustedes habían acordado que no. ¿Cuándo pensabas decírmelo?

Respiro hondo al sentir que mi labio temblaba, y abriendo la boca un par de veces intento conseguir las palabras.—Iba a decírtelo al llegar a Seúl... Me asusté, YoonGi... Lo siento.

—¿Por eso te fuiste? Tú... ¿Piensas alejarte de mí?

—¡Cielos, no, Min! Quería un respiro, ¿vale? Quería pensar en qué hacer, porque créeme estoy tan sorprendida como tú.

—¿Y qué has pensando?

—YoonGi, quisiera de verdad tener esta conversación contigo, pero no de esta forma.

Lo escucho suspirar y casi lo veo asentir. Ambos quedamos en silencio por varios segundos, sopesando la situación.—Está bien, T/N. Hablaremos cuando nos veamos, entonces.

—Min... Te amo, ¿sí?

—Te amo, T/N. Descansa.

Apenas y pude dormir. No sé cómo fue su reacción ante esto, ni siquiera al escucharlo divisé algo. Y eso me cargaba de los nervios. Aún tenía que esperar tres días para volver a Seúl, y en tres días sin vernos pero con ese hecho en nuestras cabezas, cualquier pensamiento podría surgir.

A eso de las cuatro de la madrugada pude volver a descansar. Mi subconsciente sabía que estaba lo bastante mortificada como para proyectar en mis sueños alguna imagen o pesadilla. Y se lo agradecí. Supongo que estaba demasiado cansada, y luego de dormir por cuatro horas más, unos toques en la puerta me hicieron abrir mis ojos.

Tómame, Daddy «Suga y tú» | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora