Capítulo Veintisiete

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Tres meses después.

Muy bien. Lucen increíbles, ahora necesito que sean naturales y demuestren cuán guapos son.—digo a los chicos que están enfrente de mí, los cuales se hallaban ubicados estratégicamente en medio de un fondo blanco. Eran unos chicos nuevos que estaban por debutar, y por lo poco que los había conocido, eran increíbles personas. La mayoría jóvenes, o contemporáneos a mí.

Obedientes, hacen lo que les ordené, y luego de casi una hora ya tenía las fotos suficientes por lo que se apartan para descansar. Antes de irse, observan la sesión y sonríen satisfechos por los resultados. Con un suspiro entrecortado, me siento en una silla que tenía cerca y paso mi mano por mi frente. Frunzo el ceño al notar que estaba sudando y mi espalda se estremece por un escalofrío. Algo si había notado que me ocurría aquella mañana, puesto que me costó levantarme más de lo normal y no pude desayunar bien porque mi estómago lo rechazó.

Y luego de unos minutos, cuando sentí mi rostro y cuello más caliente de lo normal, supe enseguida que había enfermado, y entonces todos los males del mundo llegaron a mi cuerpo en un instante. Estaba algo mareada, pero justo cuando entraron Hoseok y Jimin por la puerta, traté de cambiar mi semblante para no alarmar a nadie.

—Hola, T/N. ¿Ya terminaron con...? Wow, estás muy pálida. ¿Te encuentras bien?

—Sí, no te preocupes, Jimin. Iré un momento a almorzar, creo que es por eso...

Mentiría si dijera que lo hice.

Sí fui a un restaurante que estaba cerca. Los chicos me habían invitado a comer con ellos, pero con timidez tuve que rechazarlos porque no quería que me vieran en ese estado, y luego ser bombardeada de preguntas que no podía responder. No lograba concentrarme bien, y entonces pedí una sopa de pollo, porque según la opinión popular, ese era el remedio para mi malestar. Pero por primera vez, no concordé con ese hecho. Apenas y comí la mitad de mi plato, y mis nauseas incrementaron súbitamente.

Sentía la urgente necesidad de vomitar lo poco que había ingerido, por lo que caminando al baño del restaurante respiro hondo para controlar mi cuerpo. Maldigo internamente al ver que uno estaba cerrado por mantenimiento y en el otro, dos chicas esperaban porque la otra saliera del cubículo. No podía quedarme a esperar ahí, sabía que mi paciencia no era mucha, y en esos momentos estaba al límite del colapso, por lo que pagando mi almuerzo salgo del restaurante caminando con prisa a la empresa. Lo siento mucho, trabajo, pero tendré que vaciar mi estómago en tus instalaciones.

Al entrar, camino con calma (y aguantando la respiración) hacia uno de los baños más cercanos que habían. Por suerte pude encontrar uno desocupado y sin nadie alrededor, y sin perder el tiempo, me encierro en él y lo que sucede después no es algo muy agradable de relatar. Aprieto mis párpados cuando mi estómago no da tregua, y sigue expulsando todo lo que tenía en su interior. No podía respirar con tranquilidad, y sentía el asqueroso sabor de la bilis en mi boca, pero por fortuna luego de unos minutos ya estaba más tranquila, y enjuagando mi rostro sentí un gran alivio placentero.

Debía irme a casa, puesto que si estaba incubando alguna infección viral, era un descuido de mi parte andar esparciéndolo por ahí. Más calmada, caminé hacia el interior del estudio y encontrándome de frente con YoonGi, le sonrío.

—¿Estás bien? Jin me dijo que lucías enferma.

—Y creo que lo estoy, aunque ya me siento un poco mejor. Así que no te acerques mucho porque podría contagiarte. Pediré permiso para irme a casa...

YoonGi coincide conmigo, y luego de avisar que estaba enferma, sorprendentemente me dieron una semana libre para recuperarme. Agradezco internamente por ello, y sintiéndome muy cansada como para irme a despedir, tomo un taxi y voy a casa.

Tómame, Daddy «Suga y tú» | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora