RUEGO

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Cierra los ojos por un instante y respira, no dejes que tu mundo —en el que habito— se venga abajo. No tengo la certeza de cuándo habrá de quedar atrás esa sensación de pesadumbre, pero permíteme aliviar tus penas y hacer más ligera tu carga, pues al fin y al cabo tus tristezas son las mías.

El día de hoy parece interminable, lo sé. Nubes negras han dificultado tu camino y la lluvia comienza a arreciar. La amargura va aprisionando tu corazón tras un muro que parece imposible de derribar y comienzo a sentirte lejos. Esta añoranza de ti va haciendo mella en mi alma, pero no cedo.

No cierres las puertas y abre cuando llamo. Si necesitas silencio, seré un suave murmullo, apenas una ligera brisa que despeinará tus cabellos. Si por el contrario, estás harto de este mutis absurdo, entonces llenaré de música cada rincón y ahogaré tu abatimiento.

Cierra los ojos, respira y escucha. No pretendo convertirme en tu sombra, tan sólo quiero ser ese faro que te lleve a puerto seguro cuando la tormenta pase, porque créeme, ha de pasar y estaré allí esperando tu regreso.

Algunas veces sólo basta con dejarse llevar, cual hoja movida por el viento. Pero si notas que tus fuerzas flaquean, no te preocupes, que de ser necesario seré desafiante luchadora y protegeré lo nuestro.

No te pido nada a cambio, es más bien un ruego: cierra los ojos, respira, escucha, pero sobre todo siente, y sólo en ese momento abre los ojos de nuevo. Si notas un leve crujir, no te agites, la batalla está ganada y el muro que cubría tu corazón está cayendo.

Una historia de desAMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora