Y vienen a mí un sinfín de frases amontonadas, todas aquellas que guardé para mí y tanto miedo me dio pronunciar. Sé que se avecina la nostalgia y esa apabullante tristeza que derriba mis ansias de vez en cuando. Pero tú, ¿acaso vendrás? Estoy aquí, esperando, mientras recorro las calles en angustiosa penuria sin tus besos.
Mantengo la vista fija hacia la escalinata que lleva a este estrecho caudal de recuerdos, pensando que en cualquier momento aparecerá tu figura. Hoy hace frío, pero el que siente mi alma no puede mitigarlo ni la más intensa de las hogueras, ese sólo puedes terminarlo tú. Es la calidez de tu abrazo la que necesito y no estos artificios de lana que no dejan que el viento llegue hasta mi piel.
Este aire taciturno me trae consigo tu aroma, que me embriaga, que me mantiene alerta y aviva mi esperanza. Ha sido un vano intento el olvidarte, el procurar desprenderme de todo lo que has sido tú para mí. No puedo ignorar los latidos de mi corazón que se acelera cuando evoco tus manos sobre mi cuerpo o la suavidad de tu lengua en mi cuello.
¡Qué difícil ha sido arrojar al olvido tanta felicidad de golpe! ¿Habrá alguna manera de acostumbrarse a no tenerte? No quiero averiguarlo, sólo quiero que vuelvas. Que te adentres de nueva cuenta en mi vida y la vuelvas bulliciosa. Tanto silencio hace más grande el vacío que dejaste y no quiero conformarme.
Vuelve, y trae contigo a la que fui: a la mujer enamorada que era mejor en todo teniéndote de compañía. Quiero que desaparezca esta otra, la rencorosa, la que no puede perdonar, la que rara vez sonríe y se adentra en los rincones más oscuros para que nadie note su pena, para que nadie la vea llorar. Ésta, que más que amor, está llena de melancolía.
Haré uso de los recuerdos para emprender tu búsqueda. Iré a aquel café donde me besaste por primera vez, a ese restaurante de comida china que tanto te gustaba, visitaré hasta a esa tía tuya que apenas soportabas pero que cada domingo estabas tocando a su puerta. "Nadie debería estar tan solo", decías.
Seguro que allí te encontraré, de pie en ese patio adoquinado envuelto entre buganvilias, con la mirada perdida hacia el cielo nocturno. ¿Quizá pensando en mí todavía? Espero que sí. Tal vez sentirás mi presencia y no habrá necesidad de decir nada, tan solo extenderás la mano para que pueda envolverla con la mía.
Aunque también existe la posibilidad de que ni siquiera me atreva a llamar a la puerta. Y seguiré allí, con la vista fija hacia la escalinata que lleva a este estrecho caudal de recuerdos, con la esperanza de que no te hayas dado por vencido conmigo y en cualquier momento aparezca tu figura.
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Una historia de desAMOR
PoetryPorque hay historias de desAMOR que merecen ser contadas. Esta es una recopilación de poemas, frases y pensamientos que constituyen una parte de mi historia. Espero que encuentren algo de su agrado en este pequeño poemario, el cual también decidí au...