SÍNTOMA Y ANTÍDOTO

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El corazón se congela, de a poco, casi sin notarlo. Los latidos se vuelven escasos, sólo los necesarios para que de algún modo todo siga su marcha. Hasta la respiración se vuelve distinta, algo agitada, y los suspiros desaparecen por completo, una especie de resoplidos toman su lugar y resulta difícil llenar de aire los pulmones.

Amanece y los ojos son incapaces de distinguir la luz del sol, todo se vuelve opaco. Una ligera lluvia parece tormenta y el ánimo está en constante desaliento, apenas el roce de una pluma puede provocar llanto. El sueño se pierde en algún lugar distante y el insomnio se instala obsesivo en la funda de la almohada.

A pesar del cansancio, el dormir deja de ser una opción. Las pesadillas avanzan por las noches y se pegan a las paredes, arrasando con lo poco que queda de cordura. Si se busca consuelo, lo único que se encuentra es un aplastante silencio. La soledad lo rodea todo y es imposible esquivarla, se aspira y se va convirtiendo en tu sombra.

Regularmente el frío se intensifica. Corrientes de aire se cuelan por cualquier resquicio. El abandono se vuelve implacable, acecha, reduce, ahoga... pero no es nada que no pueda curarse. El mejor antídoto para el desamor es el tiempo.

Una historia de desAMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora