Entrada a escena y Reacción

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Editado el 24/06/2021

Persona hablando

<Persona pensando>


Seiya/Zeus: vamos mi fiel caballero de "aki", no creo que sea muy educado de nuestra parte llegar tarde a nuestra cita con "mi" dulce Athena. - dijo con una voz suave como el terciopelo, pero a la vez muy profunda, su tono contenía cierto cariño a su caballero oculta bajo varias capas de picardía al seguir hablando como si estuviera a punto de comenzar el caos y le encantara <<es hora de que todo el mundo vea tu verdadera cara, como me va a divertir esto>>.



>>1 semana después en el santuario de Athena, Grecia


Saori kido o mejor conocida como Athena La Diosa de la guerra y la sabiduría, no se encontraba para nada contenta el día de hoy, es más está completamente enojada, no eso era decir muy poco estaba furiosa, justo en estos momentos estaba viviendo una situación completamente fura de su control ahora estaba en la sala del patriarca junto con sus orden dorada y los caballeros de bronce con excepción de aquel que los había mandado a llamar para una reunión, el maestro dohko de libra y Marín de águila, y solo podría llegar a aparecer una pregunta en su mente en este momento y esa era la de ¿Por qué los mandaría a llamar Seiya?... es más, quién se creía que era, solamente era el caballero de bronce de Pegaso, nadie más, se creía con el derecho a esto siendo un eslabón tan débil, quién se creía que era el para no reportarle a ella su DIOSA en el momento de llegar a Grecia, o por lo menor mandarle un mensaje con la explicación de que se trataba está reunión que según era de mayor importancia como para que todos sus conocidos se reunieran en el santuario, pero que presuntuoso de su parte hacer todo este alboroto por solo algo que él tiene que decir, un simple mortal <<o al menos deberá quedarse como uno hasta su muerte, así tuviera que matarlo>> eran sus pensamientos, estaba en el mejor momento de su vida y nadie tenía derecho de venir a interrumpir su paz por ningún motivo y menos aquellos que se encontraban bajo ella.

 es más, quién se creía que era, solamente era el caballero de bronce de Pegaso, nadie más, se creía con el derecho a esto siendo un eslabón tan débil, quién se creía que era el para no reportarle a ella su DIOSA en el momento de llegar a Grecia, ...

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Sólo ella la diosa Athena tenía derecho a controlar la vida de todos los presentes ahí después de todo ellos mismos dispusieron así su vida para ella y ella quisiera podría mandar a todos a su muerte, para remplazarlos por una nueva generación más fiel a ella pero aún eran de utilidad y más le valía ese insignificante caballero de bronce que sea algo importante o si no pagaría las consecuencias de interrumpir su tiempo, ser la diosa gobernante del universo no es cosa fácil de lograrse requería su tiempo de desarrollo.

Por cada minuto que pasaba con todos los presentes reunidos en la sala del patriarca más se podía sentir el aumento del silencio incómodo entre los santos de Athena y su diosa, sin saber realmente qué decir en esta situación tan rara, los caballeros de bronce sin ganas de hablar con los demás después del tiempo en que los aislaron del mundo en el que crecieron sin ningún aviso según ellos por su bien pero para ellos fue como si solo los usaran y los tiraran cuando ya no tenían la necesidad de ellos, los caballeros dorados solo miraban alrededor incomodos de estar todos juntos otra vez después de las diversas traiciones entre ellos, el maestro dohko miraba en la dirección de su alumno con lastima después de no haberlo defendido y el patriarca solo podía ver arrepentido de la manera en el cual trataron a eso valerosos caballeros de bronce pensando que las órdenes de su diosa eran para su propio bien y la oh, tan poderoso diosa Athena se encontraba perdida en sus egoístas sueños como siempre sin importarle menos sus fieles caballeros, pero en algo que coincidían todos los presentes eran las preguntas que atravesaban su mente, ¿para qué es esta reunión?, ¿Por qué tanta urgencia al mandar a llamar a todos ellos? y ¿Por qué exactamente ellos?.

Treinta minutos habían pasado desde que todos habían llegado a la sala del patriarca y ellos seguían perdidos en su mundo de reflexiones desde los arrepentimientos hasta a los planes astutos de los beneficios que podrían lograr des esta situación, cuando el fuerte ruido de la puerta abriéndose después de mucho tiempo de silencio se escuchó y para impresión de todos entró un al que suponían era Seiya, pero ¿Qué había pasado con Seiya?, ese no era el mismo caballero con el que aquellos habían luchado espalda con espalda, había cambiado tan radicalmente que era casi irreconocible, ¿Cómo podría?, ese no era el caballero que tan alegremente sonreí en toda ocasión, ¡no podía ser!, ahora se veía tan frío tan oscuro, no sólo era su apariencia lo que había cambiado, era como si hubiera perdido aquella aura acompaña a todo aquel que es humano, su aura era completamente diferente a un nivel astronómico se sentía tan densa, brillante, eléctrica, tan única, que casi se podía decir que era un aura divina, pero eso era imposible pensaron los caballeros de bronce de inmediato ellos habían crecido con él, peleado, llorado, sonreído, pero ahora era tan diferente que era casi imposible decir que ese era Seiya.

Pero lo que más impacto a los caballeros de oro quienes no conocían a Seiya tan bien como los de bronce era que no venía solo venía con un joven de entre 20 años, piel morena, cabello castaño y ojos amarillos, llevaba puesta una armadura que parecía hecha de diamante, tenía detalles tallados pareciendo las hojas de los árboles cayendo era simplemente majestuosa esa armadura, pero si llevaba una armadura tan fuerte eso lo haría un caballero del orden de algún dios, que es lo que haría que estuviera invadiendo el santuario de otro dios y aún más al lado de uno de los santos más fieles a la misma. Además de que desprendía un aura que irradiada una divinidad no tan intensa como la de Seiya, pero aun así palpable, lo que realmente preocupaba a Saori que no miraba a ninguna dirección más que así el caballero de Pegaso era que solo miraba burlonamente a los caballeros, pero al percatarse de su mirada le dirigió en respuesta una mirada que casi parecía decir "que flores quieres en tu funeral" y eso solo hacia hervir su sangre ¿Quién se creía? Y ¿Por qué caminaba un paso atrás de Seiya con tanta reverencia?, por cada segundo en que no salía ni una frase de la boca de los presentes su ansiedad se elevaba.

La reacción de Athena era la más extraña ante el mirar de su propia orden o por lo menos de quienes lo notaron ese momento, estaba pálida como un fantasma, como si su peor pesadilla la atormentada en la vida real, pero a que le podría temer un dios.

¿Qué estaba pasando aquí?

¿El mundo se había vuelto loco?

¿Ese era Seiya?

De un segundo para el otro la mirada de Seiya se mantuvo firme en una sola dirección justo en el lugar que se encontraba Athena, la mirada cambio radicalmente, se veía distante se podía sentir como si la sala se hubiera enfriado varios grados, además que una luz que parecías asomarse por el rabillo de su ojo que decía claramente cuanto la despreciaba, como sin la estuviera desconociendo, su mirada demandaba respeto e imponía, decía claramente que era su superior y demandaba que todos en la sala presente se arrodillaran ante él.

Camino con un paso lento como un leopardo acechando a su presa, casi parecía que a cada paso que daba la atmósfera se volvía más incómoda y los caballeros instintivamente se ponían en guardia cada vez que la distancia disminuía, casi se podría cortar con un cuchillo la tensión en la sala por lo densa que era, cada paso era una tormenta que estallaba justo frente a ellos, y de igual manera los hacia a todos ponerse tensos un cuando algunos de ellos ya tenían en mente que era lo que podría estar sucediendo en ese momento.

y en el momento cuando estuvo a un paso de distancia de Athena, no se inclinó, como todos esperaban que se hiciera según el protocolo, ¡como un caballero de Athena debería!, sino que dejó su armadura de Pegaso frente a ella de una manera delicada, haciendo un ademan incitándola a que la agarrara y se la llevara lejos de su presencia, después de esa acción retrocedió dos pasos de la armadura sin ninguna intención de realizar alguna acción más.

y en el momento cuando estuvo a un paso de distancia de Athena, no se inclinó, como todos esperaban que se hiciera según el protocolo, ¡como un caballero de Athena debería!, sino que dejó su armadura de Pegaso frente a ella de una manera delicada,...

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¡QUE RAYOS ESTABA SUCEDIENDO!

Aura DivinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora