La cena

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Aburrido.

Ninguna otra palabra describiría mi estado de ánimo en ese momento.

Odiaba las tontas cenas de mis padres.

Solían invitar a miles de personas y yo jamás conocía a ninguna. Todos me miraban admirados de cuánto había crecido y yo ni siquiera podía decir cómo se llamaban.

De vez en cuando me dejaban invitar a uno o dos de mis amigos pero no era esa la ocasión.

Suspiré y, aunque sabía que me valdría un regaño, saqué mi celular para ver si había algo interesante.

Y vaya si lo había. Amelie Earhart, la chica que me gustaba, había subido una fotografía.

Entré a verla. Y entonces mi corazón se rompió.

Mi mejor amigo la estaba besando en esa fotografía con un mensaje que decía: "Felices seis meses".

¡¿Chris llevaba seis meses saliendo con ella en secreto?! ¡Sabía lo enamorado que yo estaba de ella!

Fruncí el ceño y apagué mi teléfono. No quería volver a verlo. Definitivamente.

Mi hermana, Bonnie, se acercó.

-¿Qué tienes, Rupert?

-Nada que te importe. Piérdete.

Ella alzó las cejas.

-¿Por fin sabes que Amelie y Chris están juntos?

-¿Tú también lo sabías?

-Todo el mundo lo sabía.

Fruncí el ceño.

-Piérdete.

Ella me hizo una sonrisa socarrona.

-Eso haré. Daniel me invitó a una cita. Me largo.

Mi hermana llevaba años enamorada de Daniel Radcliffe, y al parecer su vida no apestaba y él sí había notado sus sentimientos.

Me sentía un completo idiota. ¿A qué se refería Bonnie diciendo que todos lo sabían? ¿Por qué yo no?

-Rupert.-Mi madre me hizo una seña.-Ellos son los señores Watson. Su hija, Emma, es casi de tu edad. ¿Por qué no la invitas a pasar?

Miré hacia la puerta.

Una pareja con una chica que debía tener casi treinta, como yo, estaban en la puerta.

No sentía deseos de invitar a nadie a pasar, más teniendo en cuenta que en cualquier momento comenzarían todos a bailar y yo podría escabullirme a mi cuarto, pero algo en los ojos de mi madre me persuadió. Ella siempre me alentaba y me apoyaba para lo que necesitara. Se merecía que le devolviera el favor.

Me acerqué a la puerta rezongando.

-Señores Watson. Mi nombre es Rupert Grint, soy el hijo de la casa.

-Un gusto, querido. Mi nombre es Jacqueline y él es mi esposo Chris.

Maldición. Tenía que llamarse igual que el asqueroso traidor.

-Ella es Emma.

Emma me miró y estiró su mano para estrecharla.

No pude hacerlo. Al verla más detenidamente, noté que tenía un aire de majestuosidad que no podía ser corrompido de aquella forma. Tomé su mano con delicadeza y la besé inclinándome en forma de reverencia.

Apenas me acomodé otra vez noté que me había portado como un estúpido. Me apresuré a besar la mano de la señora Watson también, para que no me creyeran un raro. Y estreché la del señor Watson, tratando de olvidar que se llamaba igual que mi mejor amigo.

Su sonrisa [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora